6.000 asiáticos aguardan en Guinea-Conakry a coger un barco con destino a las islas Canarias

Personalidades influyentes de este país africano se están dedicando al tráfico ilegal de personas Las mafias reparan buques de pesca abandonados para destinarlos a la inmigración irregular

El Mundo, ANA DEL BARRIO MADRID, 03-05-2007

Unos 6.000 asiáticos aguardan en las costas de Guinea – Conakry para tomar un barco que les lleve rumbo a las islas Canarias. Tras el aumento de la vigilancia en las aguas de Mauritania y Senegal, las mafias dedicadas al tráfico de seres humanos se han desplazado hacia el Sur y están creando sucursales en Conakry y Abidjan, en Costa de Marfil.


A pesar de las numerosas e insólitas llegadas de asiáticos a estos países africanos, sus gobernantes dedican pocos esfuerzos a combatir la inmigración ilegal. Es más, altas personalidades de Guinea – Conakry y dirigentes influyentes del país son los que se encargan de traer a los sin papeles procedentes de la India o Pakistán, según han informado a este diario expertos internacionales en rutas migratorias. Las clases altas de Conakry se están especializando en el negocio de las redes clandestinas, con el que obtienen fuertes sumas de dinero, según estas mismas fuentes.


Las costas africanas se encuentran repletas de grandes barcos de pesca abandonados, que están siendo reparados por las mafias para el tráfico de seres humanos. Los casos de los buques Marine I y Happy Day son un claro ejemplo de que los países del Africa occidental se han convertido en una zona de paso utilizada por los traficantes para trasladar a emigrantes desde distintas regiones de Asia, con destino a Europa.


Viaje duro y arriesgado


El Ministerio de Asuntos Exteriores tiene informes que avalan la existencia de entre 3.000 y 6.000 asiáticos en Guinea – Conakry, a la espera de dar el salto al archipiélago canario. Por este motivo, Exteriores ha puesto tanto empeño en resolver la crisis del Marine I para lanzar un claro mensaje a las mafias: ninguno de los 369 ocupantes del barco negrero logró su objetivo de alcanzar El Dorado europeo, ya que tan sólo un pequeño grupo de 35 – que eran solicitantes de asilo político – fue trasladado a Canarias.


Pero, ¿cómo han podido llegar miles de ciudadanos desde la India o Pakistán hasta Guinea – Conakry, un país que acaba de salir de un toque de queda y con una delicada situación política, donde en cualquier momento puede volver a estallar la violencia?


La inmigración de estos asiáticos es un proyecto a largo plazo en el que emplean meses e incluso años de su vida y en el que recorren más de 12.000 kilómetros. «Son rutas muy complicadas y arriesgadas. Es un viaje duro con continuos desengaños, en el que hacen muchas escalas. Paran para trabajar y hacer dinero, pero a veces se lo roban todo en el viaje. Cuando llegan al lugar de destino se asientan, establecen contactos con las mafias y se informan de los precios. Si tienen dinero pagan el pasaje y si no, siguen trabajando», relata un portavoz de Exteriores.


El punto de partida suele ser la India, Pakistán o la zona de Cachemira, un territorio situado en medio y que ambos países se disputan. De allí, suelen tomar un vuelo que les traslada a algún país del Golfo Pérsico, donde realizan la primera escala de su extensa travesía.


En esta zona hacen una parada y se detienen durante un tiempo en ciudades como Dubai, en los Emiratos Arabes, con el fin de trabajar una temporada para ahorrar dinero y así poder sufragarse el resto de la ruta. Los asiáticos siempre se mueven en grupos pequeños de dos o tres personas y, durante el trayecto, van cambiando de compañeros de viaje.


El segundo paso es dar el salto al continente africano y suelen recalar en países como Etiopía o Somalia, donde permanecen otro periodo. Desde Addis Abeba o Mogadiscio intentan desplazarse en camioneta o en autobús hacia el interior de Africa con el objetivo de cruzar el territorio y alcanzar las costas occidentales. Para atravesar el continente, los sin papeles aguantan andando durante meses. A estas alturas del camino, los asiáticos se dividen. Algunos prefieren utilizar la ruta del norte y entonces atraviesan el desierto de Mali y el del Sáhara para llegar hasta Marruecos o Mauritania y desde allí coger el cayuco hasta las islas Canarias.


Duro golpe


Otros escogen desplazarse hacia Costa de Marfil, país donde contactan con las mafias, que les suben en cayuco hasta Guinea – Conakry. Allí, malviven trabajando otra temporada hasta que les surge la oportunidad de ir a Canarias en uno de los múltiples barcos, abandonados a lo largo de la costa africana, y que están siendo reparados por los traficantes de seres humanos.


Desde Exteriores consideran que los últimos casos del Marine I y del Happy Day han sido un fuerte varapalo para las redes clandestinas y suponen dos ejemplos que pueden hacer peligrar su negocio. Los sin papeles han comprobado que las promesas de las mafias no se han cumplido y que los más de 800 euros que han podido pagar por el pasaje no les han servido para nada.


El Marine I, con 369 inmigrantes a bordo, fue auxiliado por el buque español Luz de Mar porque tenía una avería en el motor. Tras arduas negociaciones del Gobierno español con el de Mauritania, este país africano permitió el desembarco de los sin papeles, siempre y cuando ninguno se quedase en su territorio. Al final, casi todos los inmigrantes fueron repatriados a la India y a Pakistán, aunque todavía hay un grupo de 23, que permanece encerrado en un hangar del puerto de Nuadibú.


El otro buque negrero interceptado en el mes de marzo en aguas senegalesas fue el Happy Day, que trasladaba a cerca de 300 indocumentados. Este barco fue detectado por una patrullera italiana de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex) y se tuvo que dar la vuelta hacia Guinea – Conakry, donde días después se permitió desembarcar a los sin papeles.

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