La Otra Orilla.La fatalidad

Canarias 7, José Manuel Pardellas, 26-04-2007

Demasiado tiempo dedicado en las tonterías que dice fulanito a cuenta de la inmigración o en cómo menganito estuvo a punto de darle un piñazo a zutanito en un aeropuerto. Golpes como la muerte del joven Jordi Brito revelan una fatalidad injusta, como lo fue la de su hija Yunaisy recién nacida, muerta a golpes en Fuerteventura. ¿Por qué la fatalidad se ceba tanto con algunos? ¿Qué está pasando en nuestras islas? ¿Cuánto se nos oculta y cuánto no queremos ver? ¿Qué le pasa a nuestros jóvenes, a sus valores y su ocio? ¿Qué ocurre para que los centros de menores estén cada vez más llenos y a los juzgados lleguen cada vez causas más espeluznantes? ¿Qué lleva a unos padres a solicitar auxilio porque no pueden con sus hijos? La fatalidad no distingue de clases sociales, como bien pueden atestiguar la consejera de Asuntos Sociales, Marisa Zamora, quien nombra a un director de Menores el día en que muere una chica, Ayatima, y que lo cesa (porque se presenta como candidato nacionalista a El Rosario) con la muerte de Jordi. O la fatalidad del padre, a quien todos los medios ya han señalado como agresor sexual de sus hijas sin pararse a pensar si es cierto o no o si, como ocurre en muchos casos (cada vez más de forma alarmante), ha sido víctima de la venganza de su pareja. O no es fatalidad la tragedia que viven una madre biológica y una familia de Tenerife, ambas víctimas del sistema que tenía que haber primado los derechos de una niña de cinco años. Y qué me dicen de los 90 niños, mujeres, jóvenes y hombres rescatados por un pesquero español y el Esperanza del Mar este lunes de una muerte segura en aguas de Nuadibú cuando viajaban a bordo de un cayuco rumbo a nuestras costas. Fatalidad es lo ocurrido con Juan Romero Pi , el catedrático de Derecho Financiero y Tributario, que escapó por los pelos de la más brutal redada que la universidad de La Laguna, y cuyos más allegados aseguran que no da por zanjada su carrera política. Hijo de militar, dicen que Romero Pi está cerca de convertirse en el guerrero 301 de la defensa de Termópolis. Y que volverá.

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