NURIA CARVAJAL REPRESENTANTE EN ÁLAVA DE LA COORDINADORA DE ONGD DE EUSKADI

«A las ONG hay que exigirnos una transparencia absoluta»

«Confío en que quienes nos ayudan sepan distinguir el trabajo de cada organización», afirma su portavoz

El Correo, LINO MONDRAGÓN l.mondragon@diario-elcorreo.com, 15-04-2007

Nuria Carvajal es la voz de los 4.000 socios, 500 voluntarios y decenas de cooperantes que aglutinan las 23 ONG alavesas integradas en la coordinadora de Euskadi. Tiene 33 años, es traductora – intérprete de francés e inglés y trabaja como técnica en la Asociación de Amigos de la República Árabe Saharaui. En esta entrevista habla como responsable en Álava de la Coordinadora de Euskadi de ONGD – Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo – y trata de afrontar el clima de «desconfianza y sospechas» que han acarreado a sus organizaciones los escándalos económicos en torno a Anesvad e Intervida, con desvíos millonarios de recursos. Cree que a las ONG «hay que exigirles absoluta transparencia», al tiempo que lamenta la «falta de relevo generacional».

– «Las sospechas hacen daño», admitía hace unos días su compañera Esther Lago, coordinadora de las ONG en todo Euskadi, tras las desagradables noticias sobre Intervida y Anesvad. ¿Han notado ustedes en Álava mayor desconfianza entre la gente? ¿Han disminuido las aportaciones económicas?

– Directamente no hemos notado nada especial, aunque es evidente que se palpa una cierta sensación de desconfianza en algunos medios, un temor a que el dinero no llega siempre a donde debe.

– ¿Se traduce eso en un descenso de ingresos?

– Nuestro sistema de trabajo se basa en aportaciones regulares y periódicas, en cuotas, sean anuales o trimestrales, y en campañas específicas o excepcionales. No, no hemos notado nada, aunque también es verdad que todavía no hemos desarrollado ninguna gran campaña puntual en estos últimos meses. Tendríamos que esperar a final de año para valorarlo.

– ¿Teme que lo notarán?

– Sinceramente, creo que no. Nuestros socios y colaboradores saben qué hace cada ONG. Estas últimas situaciones no tienen por qué haber generado desconfianza entre ellos. Deben exigir, eso sí, toda la información sobre nuestra actividad y el destino de sus fondos, pero no ahora, desde siempre.

Mecanismos de control

– Algunas voces urgen mecanismos de fiscalización externa de la gestión de los fondos, sobre todo privados, la partida susceptible de menor control, y en la que destacaban asociaciones como Intervida y Anesvad.

– Ya existen algunos mecanismos. Por ejemplo, se exige una auditoria externa a partir de ingresos superiores a 300.000 euros. Se podrán intensificar pero la clave está en que todos nosotros, voluntarios, socios y colaboradores, exijamos la máxima transparencia.

– ¿Es más fácil controlar la gestión de las ayudas públicas?

– Desde luego. Para recibir una subvención de cualquier Administración debes explicar primero para qué quieres el dinero al hacer la solicitud, detallar luego el desarrollo del proyecto, acompañándolo del balance económico, con facturas, hasta justificar el último euro.

– El problema está entonces en los fondos privados. Financiación que, curiosamente, anhelan todas ONG para no tener que estar supeditados al dinero público, para tener más autonomía e independencia.

– – Y así es. La solución pasa por diversificar los recursos. Tan malo es depender demasiado de una sola institución como de una empresa o de un único mecanismo para recaudar fondos. Lo importante es que cumplamos el código de conducta que ya tenemos. Dentro de la coordinadora de Euskadi tenemos una comisión específica para hacer el seguimiento de este código. Tengo que recordar que Anesvad no fue admitida en su día en nuestra coordinadora e Intervida tuvo que abandonarla a raíz de las críticas a su gestión de las ayudas por las inundaciones de Mozambique en el año 2000.

– Vayamos al grano. ¿Es fácil saber adónde va a parar mi dinero?

– El destino concreto depende de cada organización. Algunas ONG recaban fondos para objetivos precisos, que deben explicar de manera detallada, antes y después. Otras, en cambio, prefieren decidir sobre la marcha, en función de las necesidades de cada momento, en base a su experiencia y a su conocimiento de la realidad. Pero luego también deben rendir cuentas.

«No nos deben nada»

– ¿Es bueno poner cara a las ayudas? Antes, con las misiones y el Domund, bautizábamos a cada ‘negrito’ o ‘chinito’ – así se les llamaba – y casi elegíamos el nombre. En otros casos se apadrina a un niño concreto. ¿Es acertado el sistema?

– Nosotros abogamos por dar voz a los protagonistas reales, pero huyendo de planteamientos paternalistas o lacrimógenos. Debemos evitar dar a entender que a quienes les llega una ayuda nos deben algo. Primero porque no sólo reciben dinero sino que participan en un proyecto de desarrollo. Y ellos son los protagonistas, nosotros sólo colaboramos.

– ¿Qué mueve a una persona a incorporarse como voluntario a una ONG? ¿El idealismo?

– Cada uno tiene su propia motivación. ¿Idealismo? Dicho así… Sería mejor hablar de la necesidad de aportar algo más a la sociedad, cada uno con su propia visión y sus motivos personales.

– Hay gente dispuesta a colaborar por el desarrollo en África o América, pero luego parece difícil encontrar voluntarios para pasear una silla de ruedas por Vitoria, acompañar a un enfermo o a un discapacitado. ¿Se elige sólo lo más bonito?

– No conozco a fondo la realidad del voluntariado social, aunque sé que las asociaciones tienen problemas de falta de gente. Pero yo no contrapondría ambos tipos de labor. También el que trabaja aquí por el desarrollo hace una labor de sensibilización. Las necesidades son distintas. Muchas carencias debieran estar cubiertas por la Administración, algo que es del todo impensable por ahora en otros países.

– Incluso hablando de África, ¿por qué no empezar por los africanos que están entre nosotros? Vayamos al fondo, ¿somos racistas?

– Ni más ni menos que en otras ciudades, comunidades o países similares. Depende de lo cerca que tengamos a los extranjeros. Así de claro. Hasta ahora no teníamos ese problema, ahora empieza a plantearse y hay que llevar a cabo una labor de sensibilización. Y hay que hacerla entre todos, medios de comunicación, instituciones, organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil en general.

– Vitoria y Álava alardean de estar entre los lugares más generos0s con los proyectos solidarios. ¿Comparte esa apreciación?

– Si es por cifras, así es. Nuestras instituciones son las que más aportan y las que más diálogo abierto mantienen con las ONG. En cuanto a la sociedad alavesa, es solidaria y responde bien en casos de emergencia o catástrofe. Quizá falte más la implicación diaria, dar ese paso adelante en el voluntariado, sea para ayudar al desarrollo en otros lugares, sea para cubrir necesidades existentes entre nosotros.

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