Semana santa sin fronteras

Cuatro hermanos bolivianos que se estrenan como cofrades del nazareno son el mejor reflejo de la entrada de los inmigrantes en las cofradías.

Deia, Unai Muñoz Bilbao, 04-04-2007

Hasta el próximo domingo de Resurrección, unos 2.000 penitentes van a salir a las calles de Bilbao en las diferentes procesiones organizadas por las cofradías penitenciales de la villa. A simple vista, todos los nazarenos que marchan pausadamente junto a los pasos de Semana Santa son de la misma condición, ya que el capirote que portan únicamente deja al descubierto sus ojos por unos minúsculos agujeros. Si los cofrades se quedaran con la cara al descubierto, los asistentes a la Cuaresma bilbaina se podrían percatar del aumento de la presencia de inmigrantes en todas las hermandades.

La Semana Santa no entiende de fronteras y, al igual que otras actividades diarias, refleja la realidad que vive la sociedad actual. Ecuador, Colombia, Perú o Bolivia son algunos de los países que están representados en las procesiones de la villa. Precisamente, de este último país son los hermanos Illanes, cuatro asiduos de la Quinta Parroquia que, tras tres años de contemplar desde la barrera las procesiones, han debutado como miembros de la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

A sus 21 años, Rafael es el mayor de esta saga de devotos del Cristo Nazareno. «Desde que llegué a Bilbao, en la Quinta Parroquia es donde mejor me he sentido», asegura este joven estudiante de empresariales, que desde «muy pequeño» se ha sentido atraído por «todo lo religioso».

El mayor de los hermanos Illanes, que se quedó «admirado» la primera vez que vio en directo una procesión en la capital vizcaina, reconoce que en su país la religión «se vive con más pasión», aunque admite que la Semana Santa en Bolivia no es «tan espectacular como la de aquí». Rafael reconoce que cuando lleve puesto el hábito y el capirote morado que distingue a los cofrades del Nazareno sentirá «una gran emoción», aunque se acordará, exclusivamente, «del de arriba». «Siempre me ha estado acompañando. Y gracias a él me va todo bien aquí», concluye el mayor de estos cuatro hermanos bolivianos.

El segundo en edad es Marcos Rodríguez, que a sus 18 años de edad concibe la Semana Santa «como una manera de querer ofrecer algo a Jesús». El Lunes Santo está marcado en rojo en el calendario de este «penitente», ya que, como cada año, es el momento en el que el Nazareno visita los barrios altos de Bilbao, algo muy esperado por muchos vecinos de la zona. «En este recorrido hay muchos inmigrantes y mis hermanos y yo, nos emocionamos. Para nosotros es muy bonito salir todos juntos», subraya.

Marcos Rodríguez, que respeta «lo que cada uno quiera creer», reconoce que con el capirote puesto apenas puede ver, algo que a buen seguro, según indica, le traerá alguna que otra preocupación. «Voy a estar atento porque por los dos agujeros del capirote no veo a los lados. Espero no chocarme con nada y no montar el espectáculo», concluye entre carcajadas.

Recuerdo especial

Juan Carlos es el tercero en la sucesión de esta familia boliviana, natural de la ciudad de Santa Cruz. Este joven de 16 años reconoce que ya desde el primer año que llegó a Bilbao quiso participar en las procesiones que recorren las calles de la villa. «Cuando vi a las cofradías, con sus nazarenos y las imágenes que sacaban se me metió en la cabeza participar», señala este seguidor del Cristo Nazareno, tras admitir que hay que acostumbrarse «a la marcha lenta» de los cofrades.

Cuando esté por las calles vestido con el hábito, Juan Carlos reconoce que tendrá un recuerdo especial para los que no están. «Voy a pensar en mi abuelo, que falleció cuando todos vinimos a Bilbao», indica con los ojos vidriosos. «Es normal que te acuerdes de los que faltan, pero no todos son tristezas. También hay que pensar en cosas bonitas y en que todo vaya bien», concluye.

Por último, a sus 13 años, Miguel Ángel es el más pequeño de estos cofrades y vive con una más que notable ilusión su debut en la Cuaresma bilbaina. «Mis hermanos no me han obligado a formar parte de la cofradía. Es algo que me gusta y ya lo tenía pensado desde hace unos meses», asegura este joven, que coincidirá en las procesiones con varios compañeros del colegio que participan en otras hermandades penitenciales.

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