VALENCIA | CIUDAD

El Ayuntamiento pagará hostales para desalojar el campamento del cauce

Las ONG dicen que muchos inmigrantes se han trasladado a otras zonas “por miedo”

Las Provincias, J. BATISTA/P. MORENO/ VALENCIA, 27-03-2007

Las ONG dicen que muchos inmigrantes se han trasladado a otras zonas “por miedo” El Ayuntamiento está dispuesto a pagar hostales para desalojar el campamento de inmigrantes instalado debajo del puente de Ademuz. La concejala de Bienestar Social, Marta Torrado, comentó ayer que ya existe un listado de establecimientos para ser utilizados en caso de necesidad, dentro de la política de erradicar una situación “insalubre, indigna, inhumana e intolerable”.

El gobierno municipal ha decidido intensificar la oferta a los inmigrantes para que desalojen el campamento. Así, en plena temporada de recogida de naranja dormían a diario unas 150 personas, cifra que ahora se ha reducido a 80 inmigrantes. No obstante, la concejala desestimó tajante que se haya ofrecido de manera masiva pagar billetes de autobús para que algunos se marchasen de Valencia.

“La manera de trabajar es totalmente personalizada y sólo ha habido algún caso aislado de personas que han preferido el dinero para el viaje, como un chico que se fue a Málaga.” A preguntas de LAS PROVINCIAS, dijo que tampoco hay plazo de tiempo máximo para la estancia en los albergues.

En Valencia hay unas 400 plazas, de las que 35 están todavía libres. En caso de agotarlas, la Conselleria de Bienestar Social dispone de 50 más, y como recurso final queda la red de hostales citada. Desde enero, los servicios sociales municipales han atendido a 640 personas.

Torrado no ahorró críticas para la política de inmigración del Gobierno. Incluso mostró un decreto donde se dice que la competencia para habilitar albergues corresponde a la Administración central. “De todas maneras, es falso que no hayamos abierto nosotros ninguno. Sólo el pasado año fueron dos, aunque ahora uno se ha cerrado”.

Citó también los traslados de grupos de inmigrantes desde las Islas Canarias, así como una estadística donde se señala que España es el segundo país del mundo receptor de inmigrantes, sólo por detrás de Estados Unidos.

La delegada rechazó que se vaya a desalojar por la fuerza el campamento debajo del puente de Ademuz, aunque insistió en que la oferta de albergues y todo tipo de recursos municipales se produce con visitas diarias de policías y técnicos de servicios sociales.

La consolidación del campamento ha llegado a crear incluso la costumbre de grupos de personas que acuden a diario, aunque luego duermen bajo techo. Los funcionarios procuran conocer cada caso para recomendar que vayan a la calle Gobernador Viejo, donde está abierto el llamado centro l’Espai. “En ese local les decimos dónde deben acudir, así como apoyo para la formación laboral e idiomas”.

En los albergues, eso sí, comentó que son necesarias unas mínimas normas de conducta, como los horarios, la ducha diaria y la revisión médida. Sobre esto último, se han dado casos aislados de enfermedades, como alguna tuberculosis.

Por su parte, la mesa de Entidades, conformada por las asociaciones no gubernamentales que asisten a los inmigrantes, criticó ayer que debido a la presión policial que sufren “muchos tienen miedo y se han ido a otras partes de la ciudad, como la playa o otras zonas del cauce”.

“Desde la redada (20 inmigrantes que dormían bajo el puente recibieron la orden de expulsión del país) hay miedo. La gente espera para irse en cuanto saben que hay algo de trabajo, aunque hay muchos que han vuelto por las duras condiciones laborales”, señalaron desde la asociación Amigos de Baobab.

Las entidades piden que se habilite un centro de acogida como solución al hacinamiento de personas en los bajos del puente. Incluso insinuaron la intención del Ayuntamiento de ampliar el estanque en la zona de acampada, para impedir la instalación de inmigrantes.

Testimonios de inmigrantes

Omar lleva seis meses en España y cinco de ellos los ha pasado en Valencia, donde ha podido tener trabajo en la recogida de la naranja. Este inmigrante senegalés llegó a Tenerife y días después fue trasladado a Barcelona, y de ahí, a Valencia. Explica que en una jornada de trabajo, desde las ocho de la mañana hasta las 18 horas, cobraba entre 20 y 25 euros. “Por el transporte nos pedían seis por cada viaje”, señaló en una mezcla entre francés y el poco español que ha podido aprender. “No somos ladrones ni criminales, sólo queremos trabajar”, comenta.

Suleiman lleva cuatro meses debajo del puente, pero no pierde la sonrisa. “Yo he llevado camiones en mi país, pero aquí, sin papeles, no puedo trabajar. La gente viene a esto, no somos ladrones”, dijo.

Durante la madrugada del domingo, según este testigo, la Policía (no sabe discernir qué cuerpo) estuvo contando la gente que pernocta en la zona. Ayer por la mañana, una patrulla de la Policía Local acudió a pedirles que apagaran los fuegos que se habían encendido para evitar incendios en el viejo cauce.

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