DEBATE. El reto de la inmigración

Cambio de percepciones ante la inmigración

La Vanguardia, CAROLINA GALAIS GONZÁLEZ, 26-03-2007

El CIS pregunta cada mes desde enero del 2000 cuáles son los tres principales problemas del país a los ojos de los españoles. En algunas ocasiones aparecen temas supernova (brillan intensamente y desaparecen), como ocurrió con las vacas locas;pero otros persisten, como el del paro. Éste suele ocupar el primer puesto en el podio de los tres principales problemas españoles, por delante del terrorismo, la inseguridad ciudadana y la inmigración. Pero puede que el auténtico problema sea que hasta un 60% de los españoles (en septiembre del 2006) piense que la inmigración es un problema. Los datos revelan, además, tendencias inversas en la evolución de la percepción del paro y la inmigración como problemas. Es decir, estamos desplazando la responsabilidad del estado del mercado laboral a los inmigrantes, los cuales, más que como un reto para la integración social, son percibidos como una amenaza para el propio puesto de trabajo.

También se observan tendencias inversas en relación con la preocupación por el terrorismo y la inmigración. La opinión pública teme la siniestra aleatoriedad del terrorismo, y reacciona tras cada atentado denunciando que éste es uno de nuestros principales problemas. Pero ¿qué pasa con la inmigración? En el año 2000, menos del 20% de los españoles consideraba que fuese un problema, aunque ese año el número de extranjeros llegados a España creció un 234% respecto al año anterior, el récord del periodo 1996-2005. Por otra parte, la cifra de inmigrantes establecidos en España en enero de este año no es muy diferente de la de noviembre del 2006, pero la percepción de la inmigración como problema ha caído un 40% en estos meses, en que han preocupado mucho más el terrorismo tras el atentado de diciembre en Barajas y el fin de la tregua con ETA.

La percepción de la inmigración como problema fluctúa cada mes, lo que indica que esta visión aún no ha cristalizado, aunque sigue una tendencia creciente que no varía en función de datos sino de símbolos. Es un tema nuevo sobre el cual muchos ciudadanos no tienen aún una experiencia directa, siendo sus únicos referentes los medios de comunicación. La información que éstos vierten tiene un gran impacto sobre la opinión pública, y provoca un aumento de la preocupación con noticias espectaculares como los encierros en iglesias en verano del 2002, los asaltos a la valla de Melilla en septiembre y octubre del 2005, seguidos de los disturbios en las banlieues francesas o la crisis de los cayucos de este verano. El verano, por cierto, es una mala época para la buena imagen de los inmigrantes.

Concurren el buen tiempo necesario para echarse a la mar en una embarcación precaria y escasez de noticias que lo mismo deriva en una serpiente de verano que en contar exhaustivamente los inmigrantes que llegan a la costa; aunque representen un pequeño porcentaje frente a los que llegan por otras vías como aeropuertos o transporte terrestre.

Mientras las nuevas generaciones de españoles crecen con compañeros de origen extranjero como parte de la normalidad, los adultos especulan sobre las consecuencias de la inmigración. La miran con una desconfianza que sí es ya una característica estable de la cultura política española y que, unida a un tratamiento irresponsable y escandaloso de la información relativa a la inmigración, podría convertir a España en un país definitivamente xenófobo.

CAROLINA GALAIS, investigadora del departamento de Ciencias Políticas de la Universitat Pompeu Fabra

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