Religión y sociedad

La Vanguardia, , 26-03-2007

EL espectacular crecimiento de las comunidades evangélicas es el dato más llamativo del reportaje que La Vanguardia publica hoy sobre los cambios que, de la mano de la inmigración, se producen en el mapa religioso catalán. Este crecimiento lo apuntaba ya, tres años atrás, el primer estudio sociológico sobre las confesiones religiosas promovido por la Generalitat, pero quedó eclipsado por un dato de menor impacto estadístico, pero de mayor trascendencia cultural: el auge de los centros de culto musulmán, vinculados a la inmigración magrebí.

La formidable progresión de las comunidades evangélicas en Catalunya es el reflejo del extraordinario florecimiento que están protagonizando en Latinoamérica las corrientes de origen evangélico y pentecostal. Llamadas genéricamente “carismáticas”, estas corrientes ponen el acento en la vivencia comunitaria de la fe. Una vivencia que tiene su fundamento teológico en la jornada de Pentecostés, cuando, según se narra en los Hechos de los Apóstoles, el Espíritu Santo se manifestó a los discípulos de Cristo. No es, sin embargo, el rigor teológico lo que caracteriza a estas comunidades, muchas de ellas completamente autónomas, desgajadas del tronco evangélico inicial, sino su concepción emotiva de la liturgia colectiva, un fortísimo sentido de pertenencia comunitario y cierto sincretismo que les permite incorporar formas indigenistas o populares. El sentimiento de orfandad que el constante torbellino del mundo contemporáneo provoca, el desarraigo social o cultural, la pobreza o la soledad impulsan a muchas personas a buscar en estas comunidades el refugio y el calor que no encuentran en la iglesia institucionalizada.

Estas comunidades van a progresar sin duda en una Catalunya en la que, paralelamente, se generaliza la indiferencia religiosa. Diríase que la Iglesia católica se muestra desconcertada ante la magnitud de este doble reto. Es oportuno subrayar, en este sentido, la importancia de las jornadas de estudio de los Evangelios apócrifos que se han celebrado estos días en Montserrat. Ante la moda novelesca que trivializa el mensaje de los evangelios, los monjes han respondido como saben: con inteligencia y rigor. Montserrat es un santuario que fomenta la devoción mariana, la vivencia más popular del catolicismo; pero pugna por seguir siendo un potente foco de irradiación cultural. En colaboración con la Universitat de Barcelona, el monasterio apuesta por el diálogo entre fe y razón, que Benedicto XVI abandera.

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