Khaled, un puente necesario

La Voz de Galicia, Nacho Mirás , 26-03-2007

Lo que hace grande a la música es esa capacidad que tiene de superponerse a culturas, razas y religiones y hacer vibrar lo mismo a un tirio que a un troyano, a un astronauta que a una bibliotecaria. Buena parte del público que abarrotó el sábado el compostelano Auditorio de Galicia, en Santiago, con dificultad era capaz de tararear siquiera una canción de Khaled, sonidos tan familiares como, a la vez, desconocidos si no fuese por un par de excepciones: el preciosísimo canto al respeto de la mujer que es Aïcha; y el pegajoso ritmo de Didi.


Lo que hizo el rey del raï en el escenario santiagués fue demostrar que, por mucho que algunos se empeñen en parecer purasangres, por las venas de los de aquí todavía corre la sangre de allá; sólo así se puede comprender el meneo contagioso que invadió al auditorio y que no dejó de aumentar hasta un final que rozó la apoteosis.


Pero el concierto de Khaled era algo más que una exhibición de maneras de un tipo que hace con la voz lo que le da la gana: que sube, que baja, que tiembla y que ríe; de unos músicos virtuosos a las percusiones, a los teclados y a las cuerdas – sobre todo al ud – ; de un músico capaz de mezclar en el mismo pentagrama el cante jondo más desgarrado, la rumba y el raï para acabar haciendo salsa. Khaled vino a Santiago a hacer bueno el título del ciclo de conciertos organizado por la concejalía de Cultura: Sons da diversidade. Una diversidad que une y no separa y que, sobre todo, enriquece.


Por poner alguna pega, pongamos dos: el excesivo volumen del principio y el error de no haber previsto que con Khaled llegaba a Santiago una auténtica estrella para millones de personas. De ahí quizás los problemas para contener a quienes se subieron al escenario para abrazar a alguien que es un ídolo y, sobre todo, el mito de quienes ven en el argelino al triunfador que ellos sueñan ser.


Ficha: Khaled. Lugar: Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela. Sábado. Lleno absoluto.

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