Cuando la intolerancia salió a la calle

La Razón, 03-03-2007

Los días posteriores al crimen del joven de Villaverde convirtieron el
distrito en un auténtico polvorín. De hecho, durante varios días los
inmigrantes tuvieron que «esconderse» en sus viviendas ante la «caza» a la
que fueron sometidos por parte de algunos grupos de incontrolados. Pero no
sólo se agredió a súbditos sudamericanos. Los bienes de estas personas
también sufrieron la ira de los más intolerantes y algunos locutorios y
quioscos regentados por extranjeros fueron atacados – rotura de lunas y
cierres – . La calle de Anoeta se convirtió en uno de los escenarios en los
que la Policía tuvo que actuar para tratar de poner orden. Los ánimos
estaban demasiado exaltados y de nada servían las llamadas a la calma
efectuadas por las autoridades políticas. Los hechos se sucedieron en días
sucesivos. La Policía, desplegada en la zona hasta que se tranquilizó el
barrio, llegó incluso a incautarse de armas blancas con las que algunos
jóvenes pretendían vengar al chaval. Finalmente, la cordura y la
convivencia se hicieron fuertes en Villaverde.
   

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