Desde Dentro Ricardo Peytaví

De rodillas ante todos

El Día, 23-02-2007

ES OBLIGACIÓN DE CUALQUIER GOBIERNO, incluso si se trata del Gobierno de un país pobre, socorrer a las personas que necesitan ayuda. Premisa válida para los ciudadanos propios y también los inmigrantes. Mauritania es uno de los países más menesterosos del mundo. Circunstancia que en ningún caso legitima a sus dirigentes para actuar como lo han hecho en el caso del “Marine I”; barco negrero cuyo deambular ha propiciado otro enfrentamiento del PSOE con el PP en el Congreso de los Diputados.

Mauritania tenía la obligación legal, y sobre todo moral, de permitir cuanto antes el desembarco de las cuatrocientas personas que iban a bordo del destartalado buque. Sobre todo considerando que no pagaría los gastos de la repatriación; ni siquiera de la manutención de esas personas mientras permanecieran en su territorio. Todo ello lo sufragaba España. Proceder correcto porque nos obliga nuestra condición de país desarrollado. Sin embargo, lejos de optar no sólo por el cumplimiento de la legalidad internacional, sino también por una actitud caritativa con indigentes muertos de miedo que se hacinaban sobre hierros oxidados a quince millas de sus costas, el Gobierno de Nouakchott hizo lo de siempre: presionar para sacar tajada. Chantaje puro y duro, si prescindimos de eufemismos. Lo cual no es extraño ni nos debe causar alarma, pues resulta un comportamiento habitual en países lo dije el otro día pero bueno es recordarlo que persiguen resarcirse por la vía rápida de la explotación sufrida durante siglos.

Lo penoso, empero, no es esta situación en sí misma; lo triste es que la debilidad del Gobierno español consiente que nos extorsione y humille cualquiera y como quiera. Por ejemplo, obligando a nuestros policías a turnarse cada cuatro horas para dormir en el suelo. El mismo trato a cuerpo de rey que les dispensamos, sin ir más lejos, a los policías senegaleses que vienen a Canarias para identificar a sus compatriotas sin papeles. En Senegal y por ahí los agentes de la ley se dan cachetadas entre ellos para que los envíen a las Islas en una de esas misiones. Imagínense por qué.

Huelga decir que España tiene medios para que Mauritania, o cualquier país africano, no obtenga beneficios de situaciones como las del “Marine I”. Basta considerar la cantidad de recursos que destinamos a todos ellos en cooperación. Una aportación que en gran parte realiza Canarias; eso también conviene recordarlo. Pese a ello, los militares golpistas que mandan en Nouakchott saben que les basta una llamada a París para desactivar cualquier presión española, incluso en el seno de la UE. Con Aznar no pasaba eso. El ex presidente es poco dado a las sonrisas y nada proclive a reírle las gracias a los gabachos. Para algunas cosas y la política internacional es una de esas cosas resulta bastante más eficaz el mal carácter que el buen talante.

La realidad final es que el “Marine I” está en Tenerife, algunos de sus inmigrantes en un centro de internamiento canario a la espera de que transcurran los cuarenta días preceptivos antes de comenzar a deambular por las calles de cualquier ciudad isleña o peninsular, y la política exterior española convertida en el hazmerreír del universo. Otro gran triunfo planetario de Zapatero y Moratinos.

rpeyt@yahoo.es

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