Comentario Nacional Manuel Alcántara

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El Día, 05-02-2007

La Audiencia Provincial de Madrid pide más de cien años para los 14 dirigentes de los Latin Kings, todos de nacionalidad ecuatoriana, por su presunta pertenencia a banda ilícita, lesiones, coacciones y amenazas. Para acceder a tan distinguido club los aspirantes están obligados a sufrir a su vez una agresión de sus futuros compañeros y a cometer un delito contra alguien, sea quien sea, para demostrar tanto su nivel de preparación como sus intenciones.

Las familias de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate, los dos ecuatorianos muertos en el canallesco atentado de Barajas, dicen que siguen muy mal, pese al afecto que les han mostrado los ciudadanos y que aún no saben cómo recompondrán sus vidas. No se les ha prometido un trabajo, ni una beca de estudios, pero en todo caso lo importante no es que se les prometa, sino que se les dé. Lo curioso es que los dos que murieron sepultados bajo la ferralla y el hormigón figuran en las estadísticas de emigración junto a los 14 salvajes, enemigos de los Ñetas, que militan en los Latin.

No se pueden sumar cantidades heterogéneas, pero me niego a pensar que esa sea la exacta proporción entre las personas decentes y los que se dedican a la delincuencia. Abundan más los buenos que los malos: la prueba es que funcionan las tahonas y los transportes públicos. Los buenos, para entendernos, son los que se ganan la vida sin hacerle daño a nadie, y los otros, los que llamamos malos, también para entendernos, son los que se vengan por adelantado. Cuando se habla de “inteligencias diabólicas” se incurre en una contradicción de términos. Ninguna persona inteligente se levanta por la mañana proyectando ponerle zancadillas a las viejas. Entre los inmigrantes también hay categorías. A unos hay que abrirles los brazos y a otros hay que echarles a patadas, pero no hacemos ni una cosa ni otra.
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