Niños de ida sin vuelta

ABC, 29-01-2007

CARMEN ECHARRI

CEUTA.«Colocar un hijo en España es como poner una pica en Flandes». Así se expresaba un conocido diplomático español en Marruecos poniendo el dedo en la llaga del complicado proceso de reagrupamiento familiar al que se enfrenta España para poder devolver a los menores extranjeros que acceden

clandestinamente al país. Un proceso complicado que afecta directamente a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, cuyos centros de acogida se encuentran completamente masificados sin posibilidad de favorecer las reagrupaciones de estos menores. De hecho desde el año 2001 no se ha conseguido activar proceso alguno, existiendo una bolsa de retención de menores extranjeros no acompañados (MENA) imposible de controlar y que termina incidiendo negativamente en las arcas municipales de ambas ciudades debido al déficit que supone el gasto en estas áreas que, en el caso de Ceuta, supone un gasto superior a los cinco millones anuales.

Escasa identificación

En ese proceso de reagrupamiento influye notoriamente la escasa identificación que de cada menor llega hasta Marruecos. Así, según ha podido saber ABC, las autoridades españolas, en este caso las delegaciones del Gobierno, remiten a Marruecos únicamente el nombre del menor que ha accedido clandestinamente a su ciudad. Sin fotografía, sin nombre del barrio del que procede y sin más datos personales que el nombre y apellido, resulta inválido el pretendido proceso de identificación que buscan las autoridades españolas de los MENA que acogen. «Colocar en un tablón oficial el nombre y apellido de un menor que se encuentre acogido en Ceuta para que su familia lo reconozca y lo reclame no tiene ningún sentido. Y esto es lo que está sucediendo», indican fuentes gubernamentales españolas.

«Quizá poner una foto al lado del nombre tampoco sirva de mucho porque el menos interesado en reclamar al hijo es la familia debido a la mentalidad que tienen de buscarle un hueco en Europa en vez de que se quede en Marruecos. Pero puede avanzarse algo si las autoridades de Marruecos reciben algún dato más que ahora no se está remitiendo».

La consecución de estos datos resulta compleja ya que es el propio menor el menos interesado en facilitar su auténtica identidad favoreciendo en algo la labor para conseguir su reagrupación familiar.

La nulidad del proceso es tan clara como que ni Ceuta ni Melilla han conseguido en los últimos cinco años lograr la devolución de uno de estos MENA a Marruecos, bloqueando sus centros de acogida que atraviesan periodos de masificación.

De hecho en Ceuta al margen del centro de acogida de La Esperanza se ha tenido que dar uso al centro Mediterráneo, que tradicionalmente funcionaba como una guardería, para dar cabida a los menores extranjeros.

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