Los niños y las casas

La Vanguardia, 25-01-2007

BALTASAR PORCEL
Se nos va la energía por la boca? Porque en Catalunya hablamos doctorales sin tregua, pero en la práctica casi todo parece bifurcarse y esfumarse. Un ejemplo capital: la natalidad. Durante años hemos lamentado que sea bajísima, el Govern de CiU hasta lo publicitaba en homilías patrióticas. Ysi se han registrado algunas medidas de ayuda familiar, facilidades laborales o nuevas guarderías, el grueso del problema sigue ahí.

Mientras, en Francia ha pasado lo contrario: se habló, pero también se realizó, y así ha pasado de ser el último país de la UE en natalidad al primer puesto, y no debido al charloteo sino a que el Estado le destina la respetable cantidad del 3% del PIB. Ante lo que un notable del establishment local me lloriquea: “Entonces, si consiguiéramos un Estatut al fin ventajoso, ¿quién lo usufructuaría, cuatro gatos?”. Contesto plácido: “Pues millones de inmigrantes de todo pelaje, tienen más hijos, se esfuerzan más para salir adelante cada uno en su ventura personal, y llegan muchos chicos y jóvenes de Marruecos, Senegal, Rumanía, Colombia y tal”.

Otro problema es ése de las grietas que aparecen en las casas de un sitio y otro, como en El Prat, y de las que responsabilizamos al AVE. Pero ¿quién fue el claro culpable del hundimiento del Carmel?, ¿el metro? Y antes tuvimos la aluminosis, que tantas viviendas destruyó. Bien, pues algún responsable como tangencial sale o salió unos instantes entre la infinita palabrería suscitada, pero el drama mayúsculo se nos suele escurrir entre enredos y misterio. En cuanto al AVE, al metro y demás, ¿es que sus desastres se ceban en Catalunya, mientras que parecen ignorar Andalucía o Madrid?

Pero aun suponiendo que la desgracia cósmica y que España, el PP o aquel Rodríguez Ibarra quieran acogotarnos, hay algo más y muy serio, esto: terrenos como el de El Prat requieren para edificar unos recios cimientos, a la vez que los muros se levantan con exigentes aleaciones de cemento, gravilla y anillos y trenzados de hierro; pero los problemas que surgen, tantos e idénticos en diversos sitios, alimentan la sospecha de que la construcción catalana en ocasiones no responde del todo a tales premisas. ¿Es así?, ¿quién lo comprueba?, ¿quién aprueba las obras, etcétera? O sea, que volvemos a lo mismo: nuestra primera industria, la del ladrillo, y además de infinita repercusión social, sobre la y lo cual también hablamos sin cesar, se diría que a menudo pende de un hilo técnico o financiero… Un libro hoy de polémica celebridad, el Corán, ya advierte en su sura 14: “La palabra mala es como un mal árbol, que se alza a ras del suelo (sin raíces) y carece de estabilidad”; ¿como nuestras viviendas…?

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