La noticia llegó al hotel de Madrid donde se alojaba la familia de Diego Armando apenas minutos después de que los bomberos lograran sacar del coche el cuerpo del joven. Tras una semana de “cansancio y angustia”, los allegados de
Bomber
pudieron respirar algo más aliviados, aunque las imágenes de dolor se repitieron en el Instituto Anatómico Forense y en la base aérea de Torrejón de Ardoz.


Winston Estacio, el padre, fue el único capaz de dirigir unas palabras de agradecimiento a los equipos de rescate. Muy emocionado, aunque más entero que el resto de su familia, relató que tras la recuperación del cadáver “estamos más tranquilos, pero igual de desesperados”. “Ahorita que ya lo encontraron lo único que queremos es verle”, confesó. “Diego estaba recién queriendo vivir y pasan estas cosas. ¡Mil veces me hubiese ido yo en lugar de mi hijo!”, clamó en un momento de desesperación.


El padre de Diego Armando, extenuado por la larga espera, mostró su preocupación por el estado de su ex mujer, Jacqueline, y de su hija Carmen, que, según los médicos, todavía se encuentran sumidas en un estado de shock. “Están con una desesperación y una angustia muy grandes”, señaló.


Winston Estacio explicó que su intención inicial era que los restos de su hijo reposaran en España. “Yo quería que lo enterraran acá porque pronto vamos a volver a España a trabajar y me siento muy mal por saber que su cuerpo estará allí, pero la mamá y la hermana prefieren que el cadáver se repatríe”, explicó.


Escenas de dolor

Las escenas de dolor se repitieron en la morgue madrileña y el aeropuerto de Torrejón, a pesar de que la familia estuvo arropada en la base militar por un centenar de inmigrantes ecuatorianos y allegados, además de los psicólogos del Samur. La familia volvió a emocionarse cuando desde tierra les despidieron con un cerrado aplauso. También hubo lágrimas en los ojos de los familiares del fallecido cuando los inmigrantes ecuatorianos escoltaron el féretro hasta el aparato formando dos largas columnas humanas.