LEIRE PAJIN / Secretaria de Estado de Cooperación

«Los españoles nos quieren ver ayudando en primera línea de combate»

El Mundo, 07-01-2007

Está convencida de lo que dice y de lo que hace. Es el miembro más joven del Gobierno y el que mayor consenso suscita con su gestión. Para ella, las palabras «acuerdo» y «unanimidad» no son una excepción; quizá sea porque las combina con «ayuda» y «solidaridad». Maneja mucho dinero y, por ahora, ha cumplido sus promesas. Así espera agotar la Legislatura Leire Pajín habla con soltura y no elude las preguntas. Su despacho del viejo Palacio de Santa Cruz está lleno de papeles; el año ha terminado y ella tiene que cerrar muchos balances. Acaba de cumplir los 30 y gestiona miles de millones. Su objetivo es sólo uno: responder a la exigencia de los ciudadanos que apuestan unánimemente, como demuestra el CIS, por la cooperación.


Pregunta. – ¿Cuánto dinero va a tener en 2007 la cooperación española?


Respuesta. – Más de 4.000 millones de euros. El doble que dedicaba España cuando llegamos al Gobierno. Estamos en el camino idóneo: 0,35 en 2006, 0,42 en 2007. Se trata de un esfuerzo sin precedentes y el más rápido de toda la Unión Europea.


P. – ¿Y el 0,7%?


R. – Nuestro compromiso fue duplicar la ayuda en la primera legislatura, fortalecer los mecanismos para ejecutarla con garantía y situarla en el 0,7 para la segunda.


P. – Y si no hubiera una segunda legislatura, ¿cree que la oposición mantendría esta promesa?


R. – Hemos trabajado estos tres años para que haya un gran pacto social y político en materia de cooperación. Siempre hemos pensado que era importante construir una política de todos y para todos y que permaneciera en el tiempo, porque los frutos se verán a largo plazo.


P. – ¿Y cómo se hace para sacarle a Solbes tanto dinero?


R. – Se hace teniendo un Gobierno que cumple su palabra; en segundo lugar, creyéndoselo mucho y, por último, teniendo la ayuda de un presidente que quiere cumplir su compromiso. La cantidad, el cómo y el para qué, lo tejió Zapatero.


P. – Su secretaría ¿también está sometida a la guerra política?


R. – Puedo decir con satisfacción que con el esfuerzo de todos seguramente ésta sea una de las áreas del Gobierno que más consenso ha suscitado en los últimos tres años. Hasta ahora hemos sido capaces de construir una política pública. Insisto…, hasta ahora. Espero que no se trunque.


P. – ¿Cuáles son los réditos que España puede sacar de la política de cooperación?


R. – Cuando trabajamos en cooperación nunca pensamos en réditos. Este país tiene un compromiso con su sociedad y con el mundo en el que vive y, además, éste es un momento en el que a España le va bien. Un país, por cierto, que además es consciente de que otros lo hicieron por nosotros hace no tanto tiempo: Europa, a través de sus fondos, o América Latina con su acogida. Por tanto creo que es un sentir de la mayoría de la sociedad. Nunca hablaremos de réditos cuando se trate de cooperación.


P. – Ya, pero los españoles también creen que con dinero ayudan a solucionar problemas que se volverían contra nosotros. Me refiero, por ejemplo, a la inmigración.


R. – La sociedad española ha demostrado que es una de las que más se moviliza frente a las injusticias. Lo único que quieren los españoles es que se ayude a los países más desfavorecidos aunque eso tenga costes o alguna repercusión para nuestro propio país. El 80% de la población quiere que su país coopere aunque eso tenga consecuencias para los intereses propios.


P. – ¿Un problema como el de la inmigración se puede frenar sólo con ayudas?


R. – La cooperación al desarrollo no es un instrumento que pretenda frenar la inmigración. El Gobierno trabaja en erradicar la pobreza, en generar oportunidades y no pretende frenar el fenómeno por sí solo, sino actuar sobre sus causas.


P. – ¿Pero eso se hace sólo con dinero, o se hace con más cosas?


R. – La política migratoria es multidimensional, no se puede mirar sólo desde una barrera. Se trata además de una política que, por cierto, no se puede hacer desde el norte hacia el sur, sencillamente porque fracasaría.


P. – ¿No sería adecuado, por ejemplo, plantear una acción de la ONU que incluya el tutelaje de determinados países?


R. – Para este Gobierno, en materia de política exterior y en cooperación, la ONU es el principal aliado. Hoy es el mejor instrumento que tenemos y cuando nos lo saltamos o lo dejamos de lado las consecuencias son devastadoras.


P. – ¿Siente a veces que las estrategias de la política exterior dificultan su trabajo?


R. – No. Al reves. Por primera vez la política de desarrollo es una parte fundamental de la acción exterior y no está supeditada a los intereses de la política exterior. Tiene unos valores y un compromiso compartidos por la politica exterior y creo que se complementan, aunque a veces no se entienda la dimensión del desarrollo.


P. – ¿Habría usted invitado a Obiang a España?


R. – Yo lo que digo es que es necesario tener un diálogo exigente para conseguir la democracia y la libertad.


P. – ¿En ningún caso sería efectivo amenazar a determinados países con cerrarles el grifo?


R. – Siempre he creído más en los incentivos que en las amenazas.


P. – ¿Qué le parece el papel del Ejército a la hora de prestar ayuda y participar en la cooperación?


R. – Yo he defendido la participación de las Fuerzas Armadas en varias ocasiones, ahora bien, el liderazgo de las respuestas humanitarias siempre debe ser civil. Aquí, siempre que hemos necesitado la estructura del Ejército, la hemos tenido y yo la seguiré solicitando.


P. – ¿Qué necesita la cooperación española para funcionar mejor?.


R. – Necesitamos una Oficina de Ayuda Humanitaria y de Emergencia mucho mejor dotada. Los españoles nos quieren ver ayudando en primera línea de combate y nosotros tenemos que demostrarles con claridad en qué nos gastamos su dinero.


P. – ¿Ha pensado qué puede suceder cuando Fidel Castro muera?


R. – Claro que lo he pensado. Deseo que el pueblo cubano encuentre su camino, como nosotros lo hicimos en su día. Y que lo haga con consenso y estabilidad. Siempre que el pueblo cubano nos necesite, tendrá a su lado a España. Lo que creo que es justo es que el pueblo cubano dirija su proceso y que la comunidad internacional lo acompañe.


P. – Y con el Sáhara ¿qué cree que puede suceder?


R. – Lo único que debería suceder es que pueda ejercitar sus derechos. El conflicto del Sáhara me genera frustración. Creo que ese pueblo necesita de una solución pactada y definitiva. Ahora, al menos hay un compromiso por intentar generar condiciones de diálogo que ¡ojo! no pasan en ningún caso por renunciar a los derechos legítimos del pueblo saharaui.

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