Carlos Alonso Palate murió asfixiado y aplastado, tras cinco minutos de agonía

La extracción del cuerpo duró casi ocho horas porque los restos estaban atrapados bajo cuatro forjados de hormigón

La Verdad, 05-01-2007

El cadáver de Carlos Alonso Palate, la primera víctima mortal de ETA desde 2003, fue repatriado ayer a Ecuador, su país natal, a bordo de un Boeing 707 del Ejército del Aire. Junto a los restos mortales viajaron hasta Quito los doce familiares que se habían desplazado a Madrid para seguir las labores de rescate de la víctima. Les acompañaron la secretaria de Estado de Cooperación para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, y dos psicólogos del servicio de emergencias del Ayuntamiento de Madrid (SAMUR).

Antes de que ser repatriado, el cadáver fue sometido a la preceptiva autopsia en el Instituto Anatómico Forense de Madrid. El análisis post morte’ de los restos, realizado por forenses de la Comunidad de Madrid y de la Audiencia Nacional desveló que el inmigrante murió aplastado por los escombros y asfixiado tras cinco minutos de agonía después de producirse la explosión del coche – bomba colocado por ETA.

Según el avance preliminar de la autopsia, un documento imprescindible para la repatriación, la causa de la muerte fue una «parada cardiorrespiratoria por compresión». La víctima no sufrió quemadura alguna ni el impacto de la metralla.

Fuentes jurídicas explicaron que la autopsia apenas se demoró dos horas, ya que el cadáver se encontraba en relativo buen estado. Gracias a esta celeridad, los familiares pudieron asistir a un breve responso y velar el cuerpo desde primera hora de la tarde hasta que el cadáver salió a las 16:45 horas con destino a la base de Torrejón.

Forjados de hormigón

Los trabajos de rescate del cadáver de Palate se extendieron durante más de ocho horas desde su localización este miércoles, debido a la dificultad para acceder al coche. El bombero del Parque Quinto del Ayuntamiento de Madrid Fernando Bonilla, que encontró el vehículo del ecuatoriano, relató ayerlos pormenores de la compleja operación.

Fue él quien, a las 18:45 horas del miércoles, divisó a través de una grieta la matrícula del Renault Clío en el que se suponía que estaba el cadáver del inmigrante. Bonilla se introdujo reptando por la ranura para comprobar que, efectivamente, el cuerpo se encontraba dentro del automóvil.

A partir de ese momento, una quincena de bomberos trabajaron para desmontar uno a uno los cuatro forjados de hormigón, cada uno de un grosor cercano al medio metro, que habían caído sobre el coche. Los tres primeros bloques pudieron retirarse con ayuda de máquinas y grúas, pero el último, para no dañar el cadáver, fue desmontado a mano por los bomberos, sólo ayudados con martillos automáticos y lanzas térmicas.

Una vez retiradas todas las toneladas de hormigón, los técnicos cortaron el techo del vehículo para poder acceder al cadáver. Debido a lo angosto del espacio, fue otro bombero menos corpulento, Ricardo García, el que llegó hasta los restos mortales. El cuerpo de Carlos Alonso Palate estaba sobre el asiento inclinado del copiloto, recostado y cubierto por la manta que utilizó en su última siesta.

García apartó la manta y comprobó que el cadáver se encontraba en buen estado y que sólo la cabeza había sufrido daños de entidad. A las 2:10 horas de la madrugada el vehículo pudo ser retirado de la zona y veinte minutos después los bomberos lograron extraer el cuerpo del amasijo de hierros. Los restos fueron trasladados a un hospital de campaña para tomar sus huellas dactilares y confirmar su identidad y de ahí al Anatómico Forense para practicarle la autopsia.

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