Pasen señores, pasen

Diario Vasco, 26-12-2006

MANUEL ALCANTARA

Nos hemos dado cuenta de que nos hace falta arrimar el hombro y por eso hay que darles facilidades para que se arrimen a nuestras playas. No conviene que se ahoguen los que llegan en cayucos porque se asfixia nuestra economía. Por eso el Consejo de Ministros ha fijado en 27.034 el contingente de trabajadores extranjeros no comunitarios, sin contar futbolistas, para el año que viene, al que sólo le quedan cinco días para cambiar de nombre. En caso de haber demanda por parte de los empresarios la cifra será ampliable.

Nos es necesario el sudor oscuro de los que llegan dispuestos a partirse el pecho trabajando y con el corazón partido por tener que dejar en sus terribles patrias a los seres queridos. Lo de menos es que sean inmigrantes: lo que importa es que serán cotizantes. De no ser por ellos la Seguridad Social iría tan a menos que en poco tiempo se quedaría en nada. Podría quebrar si los forasteros no se quebraran la espalda y no hay más remedio para estos males que mostrarnos hospitalarios.

De un tiempo a esta parte los españoles no somos partidarios de los trabajos que exijan inclinarse. Toleramos los que puedan realizarse sentados, pero seguimos prefiriendo los que se encomiendan a otros. Además, cada vez somos menos. El mal no es exclusivo.

El Papa Benedicto XVI, en su mensaje navideño a la Curia romana, ha hablado, entre otras cosas, de demografía. Por supuesto él no predica con el ejemplo, pero ha estimulado a crear familias numerosas: «Europa no quiere tener hijos, parece desear retirarse de la Historia», ha dicho. Si queremos tener mano de obra hay que echarles una mano, como digo, a los que vienen de fuera. Son personas trabajadoras y encuentran satisfactorios los trámites que se requieren para traer al mundo a más trabajadores.

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