Dan una paliza a una canaria por llevar 'hiyab' y ser musulmana

«Me colocaron una correa en el cuello y me gritaban 'mora de mierda'», relata la agredida

El Mundo, 26-12-2006

TERESA CRUZ. Corresponsal

LAS PALMAS.-«Me colocaron una correa en el cuello y me gritaban ‘mora de mierda’», relata la agredida «Eran cuatro mujeres las que me atacaron. Me colocaron una correa en el cuello mientras me gritaban ‘mora de mierda’ y ‘terrorista’ y, durante media hora, me golpearon ante la mirada de terror de mi hijo, de cuatro años, al que acababa de recoger del colegio».


Es el testimonio de Zoraya, una canaria de 29 años que lleva hiyab – pañuelo en la cabeza – desde los 16, tras convertirse al islam.


La agresión ocurrió el pasado 24 de noviembre, en plena calle de Venezuela, en Santa Cruz de Tenerife. «Es la segunda vez que me pegan, y salgo ahora a la opinión pública para denunciar que estoy siendo víctima de brotes de racismo y xenofobia en nuestro país», comenta a EL MUNDO esta mujer, que prefiere fotografiarse de espalda y utilizar otro nombre, recelosa de su intimidad.


El hecho ha sido, también, denunciado a este periódico por el portavoz del colectivo Queda La Palabra en Tenerife, Eloy Cuadra, para quien la inmigración «se relaciona injustamente con delincuencia, paro, prostitución, pérdida de identidad o el colapso de la sanidad, entre otros asuntos».


«Hace tres años que vivo en este barrio y soporto constantes insultos en la calle. ‘Mándate a mudar’, es la frase más amable que me dicen. Mi carácter ha cambiado mucho; de ser una mujer abierta y alegre, me he convertido en una persona retraída que quiere pasar desapercibida, y salgo a la palestra para ayudar a otros que, como yo, han recibido palizas y están callados por temor, y también porque quiero vivir en paz», dice lamentándose.


Pasividad vecinal


«De la última agresión recuerdo los ojos de odio de una de las mujeres, que parecía un demonio, lo juro por lo más sagrado. Me daba en la cara con el codo. Tengo una fisura en el tabique nasal y destrozado el ojo derecho», continúa.


Tras media hora de golpes, un hombre se acercó al lugar y la auxilió. «Si no hubiese sido por él, al que me gustaría agradecérselo personalmente y al que no tengo forma de encontrar, no seguiría viva. Casi no podía respirar, le pedía a la gente que se asomaba a las ventanas que llamara a la Policía, y con impotencia veía cómo se quedaban mirando el espectáculo sin hacer nada. Algunos, incluso, tenían el teléfono móvil en la mano para grabar la agresión, algo despreciable», matiza.


El viandante que la ayudó a levantarse le alcanzó los zapatos y recriminó a los vecinos su evidente pasividad. «Lo único que me dijo una mujer que observó todo fue que si quería un vaso de agua, cuando lo que yo suplicaba era que llamaran a la Policía, un derecho cívico».


Para colectivos como Queda la Palabra, actualmente en Canarias, con la inmigración como tema central del debate social y político, se ha sembrado en la población «un sentir general de alarmismo e inseguridad, producto de lo cual hemos asistido recientemente en Tenerife a dos manifestaciones de corte claramente xenófobo, una de ellas convocada por el partido de ultraderecha Democracia Nacional el pasado 15 de octubre, y la otra por varios colectivos vecinales y la asociación Identidad Canaria, el día 29 del mismo mes».


Unos actos que, para esta asociación, «no hacen más que aumentar la posibilidad de que ciudadanos canarios muestren rechazo y, en último extremo, violencia física hacia los inmigrantes o hacia todos aquellos que aún sin serlo, como le ocurre a Zoraya, lo parezcan».


Por esta razón, en un escrito se le ha pedido al Juzgado de Instrucción número 3 de Santa Cruz de Tenerife, que lleva el caso de Zoraya, que disponga las medidas de protección que sean necesarias para garantizar la integridad de la denunciante y de su hijo, «tal como se suele hacer con mujeres que sufren de violencia doméstica, pues si éstas mujeres son agredidas por un hombre, esto es, una persona, la mencionada en este escrito lo ha sido y puede volver a serlo por más de una persona, sintiendo el rechazo de otras muchas en unas condiciones de desamparo muy grandes».


Asimismo, este colectivo ha enviado una carta al presidente del Parlamento canario, que los grupos políticos apuesten por un Pacto contra el Racismo y la Xenofobia en Canarias, que sirva de ejemplo a la sociedad «algo confusa con el fenómeno de la inmigración».

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