BALANCE 2006 / PERSONAJE DEL AÑO / Mª TERESA FERNANDEZ DE LA VEGA

La columna sobre la que descansa el Gobierno

El Mundo, 26-12-2006

FERNANDO GAREA

María Teresa Fernández de la Vega fue a ver a un mandatario europeo para pedir apoyo contra la inmigración ilegal. Inició la reunión con un tono muy cordial y distendido, tuteándose y en presencia de sus respectivos equipos. Tras la exposición de la vicepresidenta, el mandatario sacó un recorte de EL MUNDO con una información en la que él no salía bien parado y empezó a lamentar la publicación.


Fernández de la Vega endureció el gesto, echó el cuerpo hacia delante, hasta sentarse en el borde de la silla; empezó a llamar de usted a su interlocutor y le dijo algo así como: «Si lo que usted quiere es condicionar la ayuda a lo que se publique en la prensa española terminamos ya la reunión». Se hizo un silencio espeso, el mandatario optó por guardar el papel, disculparse y pedir que siguiera la reunión. La vicepresidenta le preguntó si volvían a llamarse de tú o seguían de usted y, tras escuchar la respuesta, retomaron la reunión hasta llegar a un acuerdo satisfactorio para España. Algo parecido le ocurrió cuando visitó por primera vez otro Estado «incómodo» y observó reticencias a ser recibida como merecía, por su condición de mujer. «Soy la vicepresidenta del Gobierno de España», tuvo que decir ante los atónitos interlocutores, con amago de irse. Ese día se puso el germen de un importante acuerdo que ella negoció en secreto durante meses.


Estas anécdotas sirven para reflejar la personalidad de la mujer que más alto ha llegado por méritos propios en la Historia de España. Es implacable, dura y con carácter, aunque afable cuando está a gusto. Domina los detalles, no se deja amilanar por el entorno y cuando tiene que defender lo que cree no se para ante nada.


Muestra también una característica que no logra corregir: está reñida con el disimulo y es incapaz de ocultar cuando algo o alguien no le gusta. Así, le aflora el desagrado cuando en las ruedas de prensa de los viernes determinado ministro se sienta a su lado. Por supuesto, es tan obvio como visible que profesa una fuerte convicción feminista que imprime a cada actuación política o personal. No es de broncas, pero le irrita sobremanera la burocracia y la inercia de la Administración.


Si se pregunta cuál es la característica principal de la vicepresidenta, casi todos mencionan sin dudar la palabra trabajo. De hecho, José Luis Rodríguez Zapatero, preguntado por EL MUNDO por su número dos, aseguró sin dudar: «Por encima de todo, me gusta su rigor y su capacidad de trabajo. Es difícil encontrarla en un momento en que no esté trabajando». Añadió que «no es una cualidad muy común entre los políticos que se estudien los temas tan a fondo como hace ella». Y concluyó que «Teresa aporta una gran seguridad al Gobierno».


La vicepresidenta viene a ser el complemento perfecto de Zapatero, porque tiene muchas características que no adornan al presidente.Él es más caótico en la forma de actuar, dedica pocas horas al trabajo de despacho y la lectura de informes, odia las reuniones y prefiere la conversación y la distancia corta. Ella es todo lo contrario. Es metódica hasta el agotamiento de sus colaboradores y no hay papel que pase por el Consejo de Ministros que no haya visto, corregido o enmendando varias veces. Muchos ministros le han hecho llegar borradores de leyes que han salido irreconocibles de sus manos.


Su equipo inseparable, fiel y eficaz lo forman Angeles Puerta (prensa) y Fernando Escribano (jefe de Gabinete), con prolongación en Fran Caamaño y José Francisco y apoyo en José Enrique Serrano, jefe de Gabinete de Zapatero. El día más duro para el equipo es el jueves, porque suele terminar de madrugada la reunión que prepara el Consejo de Ministros y la siguiente semana parlamentaria.Pocas horas después, justo antes del Consejo y la rueda de prensa, preside una reunión que impuso todos los viernes desde que asumió la coordinación de la inmigración, con los ministerios afectados.Para el fin de semana quedan los viajes oficiales. En medio las llamadas de ministros y, sobre todo, de Zapatero, adicto al móvil y dependiente de su apagafuegos.


No se le recuerda un día libre, y programó largos viajes oficiales en las teóricas vacaciones de verano. De hecho, en casi tres años sólo ha ido una vez al cine, a ver Crash, y otra a la ópera, a ver El Barbero de Sevilla.


Lee la prensa, no escucha las tertulias de la radio, ni ve la televisión y mientras trabaja escucha algo de música clásica y, sobre todo, música china. Ahora lee Estambul, del último Nobel de Literatura, Orhan Pamuk.


Al poco de ser nombrada vicepresidenta, recibió una confidencia según la cual se desatarían tres campañas contra ella: sobre su ropa, sobre su patrimonio y sobre su vida privada. Las tres tienen que ver con la resistencia machista a ver a una mujer presidiendo un Consejo de Ministros y las tres han sido conjuradas en distinto grado.


La primera se concretó en informaciones sobre su supuestamente inmenso fondo de armario. Como respuesta a la acusación sexista mostró, por ejemplo, que un traje que llevó al Vaticano era el mismo que utilizó cuando tomó posesión en el Poder Judicial.


La del patrimonio le costó un disgusto con el equipo de seguridad de La Moncloa, cuando se publicaron detalles de una casa familiar.Y la tercera sigue circulando por internet con tanta falsedad como variación de los personajes afectados.


Ha conseguido que ninguna de esas campañas afecte a su imagen y este año se ha convertido en el político español mejor valorado en todas las encuestas. Tampoco le ha afectado el tener que lidiar con asuntos tan incómodos y sin solución a corto plazo como la inmigración.


Su peso corporal ha bajado este año de forma inversamente proporcional a su peso en la vida política e institucional, hasta dejar la duda de si Zapatero puede sentirse amenazado o incomodado por que su número dos sea mejor valorada que él, y si lo toleraría si fuera un hombre. El propio presidente respondió a este periódico: «Al revés, es un orgullo y cuantos más ministros haya tan bien valorados mucho mejor. Es un factor muy positivo que aporta al Gobierno».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)