Málaga

Hogares con ganas de niños

Familias de acogida crean una asociación para promover un sistema que permita ofrecer techo y cariño a los menores separados de sus padres biológicos

Diario Sur, 21-11-2006

TEXTO: J. J. BUIZA / FOTOS: J. J. B. Y ARCHIVO / ALHAURÍN DE LA TORRE/

A Enrique Díaz se le dibuja una sonrisa en el rostro cuando enseña la foto del pequeño que tiene acogido en su casa desde hace un año. Presume de él, pero no da su nombre ni quiere que salga en el periódico para preservar su intimidad. Ahora tiene un año y medio, pero lo acogió siendo sólo un bebé, cuando la Junta de Andalucía asumió su tutela porque su padre era un inmigrante ilegal y a su madre le diagnosticaron una esquizofrenia. Ahora se ha encariñado con él, pero asume que algún día se marchará. «Se irá como se irán mis hijas», dice resignado.

Enrique es sólo uno de los centenares de malagueños adscritos al programa de acogimiento familiar de la Junta de Andalucía. Un sistema que persigue que los niños separados de sus familias biológicas puedan crecer en el seno de un hogar en lugar de hacerlo en un centro de menores. Con la intención de promover esta iniciativa, un grupo de malagueños han creado Acógeles, una asociación sin ánimo de lucro que pretende ofrecer apoyo y asesorar a familias de acogida de toda Andalucía y a aquellas que quieren serlo. «En una semana hemos recibido muchísimas llamadas de gente interesada», relata María Josefa Alcántara, la presidenta del colectivo, quien lleva años acogiendo a niños desfavorecidos. Hasta la fecha ha tenido en su casa a seis menores afectados por diferentes circunstancias, pero con todos ellos asegura que la experiencia ha sido buena.

Los miembros de esta asociación explican que, al contrario de lo que mucha gente piensa, el acogimiento familiar no se limita a niños inmigrantes. Pueden beneficiarse todos los menores separados de sus padres por causas diversas, que pueden ir desde el abandono o la falta de recursos económicos hasta el hecho de que se trate de progenitores con drogodependencia o discapacidad. La amplia gama de circunstancias y la edad obliga a los psicólogos y asistentes sociales a llevar a cabo una exhaustiva tarea para encontrar a la familia de acogida adecuada según el caso.

«Te preguntan toda tu vida entera. Hasta me preguntaron cómo fue la boda de mis padres o, en caso de que tuviera algún problema, a cuántas personas amigas podría recurrir de manera inmediata», recuerda Enrique Díaz, que es el tesorero de Acógeles. Su caso es especial, porque él mismo fue niño en acogida. Fue una experiencia que le marcó para siempre y que, años más tarde, le llevaría por la senda de la solidaridad. Casado y con dos hijas, Enrique asegura que el pequeño se ha acoplado a la perfección al ambiente familiar y que incluso juega con sus dos niñas, algo que puede servir también para inculcarles valores importantes desde edad temprana: «Por ejemplo, mis hijas nunca tendrán problemas de racismo (el niño es de raza negra)». Los responsables de Acógeles quieren también acabar con el prejuicio de que todos estos menores son niños conflictivos. Remedios Solano, secretaria de la organización, vive sola desde hace cuatro años con un joven que ahora tiene 14. Ella afirma que conviven y hasta «batallan» juntos, pero que los problemas no son mayores de los que pueda tener cualquier padre con un adolescente a esa edad.

Mantener el contacto

Remedios cuenta que es normal encariñarse con el niño acogido, pero que hay que asumir que, tarde o temprano, se marcharán, aunque siempre puede quedar una buena relación. «Hay niños que están locos por volver con sus padres, pero hay otros que, una vez que crecen, quieren ver a su familia biológica, pero también a la de acogida», apunta.

Otro de los grandes objetivos de la asociación es evitar que estos jóvenes se sientan fuera de lugar, por lo que procuran que conozcan a otros que se encuentran en la misma situación. María Josefa explica que para el verano que viene quieren poner en marcha un gran campamento urbano al que puedan acudir menores de toda Andalucía que hagan amistad entre ellos. Otra idea es que no pierdan los lazos familiares. «A veces hay dos hermanos que son acogidos por distintas personas. A través de la asociación queremos poner en contacto a ambas familias para que los niños mantengan la relación», afirma la presidenta.

Todos ellos están convencidos de que el acogimiento en familia es siempre una mejor opción para el niño que el centro de menores. Así, aunque reconocen que los centros cada vez gozan de mejores instalaciones, llaman la atención sobre que en ellos los jóvenes nunca podrán encontrar el calor, el cariño y la libertad que puede darles un hogar.

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