Bajo las buenas intenciones de Iain Duncan Smith, late un agudo cálculo
político: los conservadores necesitan el voto de los obreros blancos si
quieren regresar al poder. Históricamente, este grupo social se ha
decantado por los laboristas, pero en los últimos años se ha producido un
giro hacia la abstención y hacia partidos de ultraderecha como el BNP. La
clave de esta revolución electoral es la inmigración, que irrita
especialmente a los obreros, los cuales deben compartir los escasos
servicios públicos de que gozan con los recién llegados, además de
pelearse con ellos por trabajos mal remunerados.