"La comunicación con las marroquíes es la más difícil"

Diario de noticias de Gipuzkoa, 16-11-2006

“La comunicación con las marroquíes es la más difícil”

La matrona Begoña Ugarte, en la sala de partos.Foto: j.n.


j. napal

Donostia. Después de diez años trabajando como matrona en el Hospital Donostia, constata lo que han cambiado los tiempos. La única referencia intercultural de su niñez se circunscribía a “dos guineanos” que trabajaban en Donostia. “Ahora miras la pizarra de parturientas y todas son extranjeras”, confiesa.

Hoy no tienen ninguna extranjera en el paritorio. ¿Un día anómalo?

Va por rachas. Hay días que está copado exclusivamente por ellas.

¿Cómo definiría la atención que les dispensan?

El trato es mucho más difícil con respecto a las autóctonas. Para empezar, está la barrera del idioma, aunque todo depende del origen. Las marroquíes, por ejemplo, siguen llevando el mismo estilo de vida machista de su país. Son ellos los que aprenden el idioma y las mujeres se quedan en casa. La comunicación se establece a través del marido, y eso para nosotras es una dificultad muy grande. Supongo que habrá algún cambio en la siguiente generación, pero por el momento no se atisba.

¿En qué os dificulta el trabajo?

Uno de los problemas principales es el de la anestesia epidural, que precisa un consentimiento informado. Previamente tiene que ser leído y comprendido por las mujeres. Cuando no es así, teóricamente no se debería poder poner una anestesia epidural. La barrera del idioma es importante porque te tienes que hacer entender a través del marido, y muchas veces sus conocimientos del idioma son limitados.

Habrá casos en los que ni siquiera cuenten con un interlocutor válido.

Hace poco atendimos a una mujer congoleña que sabía muy poquito francés. Ahí estuvimos, chapurreando un poco entre el anestesista y yo. Cuando pensábamos que ya lo había entendido todo, le pusimos la anestesia, y el marido nos preguntó que porqué lo habíamos hecho.

En sus países, estas personas vivirán el parto de un modo distinto.

Sin duda, de hecho, algunos padres se van en el momento del parto, bien porque tienen que cuidar de otros hijos, trabajar o por cualquier otra excusa. El caso es que dejan a sus mujeres solas en el paritorio. A muchos hombres les resulta fuerte, violento… tienen asumido que la mujer debe parir con dolor, y verlas que lo hacen aquí de otra manera les descoloca a los maridos.

Después de haber pasado 25 nacionalidades por este servicio, ¿han tenido ocasión de aprender algo de ellas?

Es difícil, sobre todo por el idioma. Sí es verdad que hay pacientes con las que llegas a intimar algo más, en el caso de partos largos y latinoamericanas. Te relatan una situación personal que no viene a ser más que un reflejo de la propia situación de la inmigración. Recuerdo una chica colombiana que vino acompañada por su madre. El resto de la familia estaba en su país. Trabajaba en el servicio doméstico, nos decía que vivía una situación muy dura y que su único objetivo era reunir el dinero suficiente para que sus hijos pudieran venir aquí.

¿Detectan mucha soledad entre ellas?

Cada vez vemos con más frecuencia que las recién llegadas intentan contactar con compatriotas. Cuando vienen solas a la sala de partos, suele ser frecuentemente porque sus maridos están trabajando.

¿Cómo observa la atención a este colectivo en los próximos años?

No sólo ellos se tienen que adaptar, sino que nosotros también debemos adaptarnos a ellos, porque de lo contrario sólo les veremos como un problema.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)