DEBATE. El reto de la inmigración

Banlieues: en busca de oportunidades

La Vanguardia, 14-11-2006

MORILLAS BASSEDAS Y GEMMA PINYOL JIMÉNEZ

Un año después, las escenas de violencia urbana parecen haber tomado de nuevo las calles de la periferia de algunas ciudades francesas. En estos últimos días, en las banlieues han ardido cerca de una docena de autobuses y se han producido varias agresiones contra agentes de la policía. A diferencia de los sucesos de noviembre del 2005, en esta ocasión los altercados han sucedido sin un detonante tan evidente como lo fue, en su momento, la muerte de dos menores que huían de la policía.

Vuelve a surgir, pues, el temor a que se reproduzcan las revueltas que paralizaron Francia durante cerca de un mes. Por aquel entonces, las imágenes de coches en llamas dieron la vuelta al mundo y generaron intensos debates en torno al modelo de integración de la población de origen extranjero en Francia. Ante aquellos sucesos, las autoridades francesas plantearon distintas respuestas, la mayoría de las cuales incidían en la necesidad de endurecer las leyes de extranjería francesas. Sin ir más lejos, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, consideró que una de las primeras acciones que emprender era la expulsión de 120 extranjeros que participaron en los sucesos.

Pero ¿fueron inmigrantes los protagonistas de las revueltas? De las cerca de 1.800 detenciones que se produjeron entonces, más del 90% correspondieron a ciudadanos franceses. Así, la mayoría de los participantes fueron – y seguro que hay coincidencia con los protagonistas de los incidentes de estos días- franceses educados en la escuela pública. Cierto que muchos de ellos conforman las denominadas terceras o cuartas generaciones de inmigrantes, pero la cuestión clave aquí son los factores socio-económicos que determinan la cotidianeidad de ciudadanos franceses de pleno derecho. Los barrios periféricos de muchas ciudades francesas alcanzan cotas de desempleo juvenil cercanas al 40%, padecen falta de infraestructuras urbanas y carecen de una red de transporte público eficiente que los comunique con el centro urbano, lo que aumenta su sensación de aislamiento.

Centrar el debate en el papel de la inmigración no es, a nuestro entender, el mejor modo de evitar que se repitan estos incidentes de violencia urbana. El año pasado, la respuesta política se distanció de las causas de las revueltas, que tenían mucho más que ver con cuestiones de igualdad efectiva de oportunidades que con la presencia de inmigrantes en suelo francés. Es más, en la identidad francesa de los protagonistas de las revueltas puede subyacer la explicación de éstas. El sentimiento de pertenencia a una sociedad que hace bandera de la igualdad explica que muchos jóvenes reivindiquen ser tratados como el resto de sus conciudadanos y que exijan, por lo tanto, una igualdad real de oportunidades. Sin embargo, en el tiempo transcurrido desde hace un año, no parece que se haya avanzado mucho en romper el cerco de limitaciones que reducen la movilidad social de los residentes en las banlieues.

Los responsables políticos franceses deberían poner el énfasis en solucionar la falta de oportunidades, evitando así que se reproduzcan nuevos incidentes violentos. Si los jóvenes ciudadanos de las banlieues ven que no tienen posibilidades de salir del barrio,se reafirmarán en la creencia de que, para ser visibles, lo más efectivo es salir por televisión quemando coches.

MORILLAS BASSEDAS Y GEMMA PINYOL JIMÉNEZ, analistas, Fundació Cidob
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