“Mis hijos no pudieron volver tras el funeral”

Las Provincias, 14-11-2006

P. H./ VALENCIA

El marido de una víctima del accidente del metro lamenta que su familia no haya podido regresar de Bulgaria después del entierro al no lograr los ‘papeles’ No pueden volver porque no tienen
papeles
. Si se los hubieran dado, ahora ya estarían trabajando”, relata Igbal Demirov. Su esposa, Firdes Sali, fue identificada en un primer momento como víctima o cadáver número 1 del accidente del metro del pasado 3 de julio.


Ni ellos ni sus dos hijos, Shukri y Gyulfie de 17 y 16 años, tenían permiso de residencia y trabajo. Ahora, Igbal se queja de que tras el accidente intentaron pedir estos
papeles
para sus hijos o, en su defecto, una autorización de regreso a España tras el entierro de la fallecida en Bulgaria, su país de origen.


“No pedíamos que nos regalaran nada, porque mis hijos ya llevaban más de tres años aquí”, explica Igbal, y podían pedir los permisos por la vía del arraigo social. Sin embargo, “no nos trataron bien en la Delegación del Gobierno”, subraya.


Frente a eso, la familia de Firdes resalta el apoyo recibido en todo momento por otras dos Administraciones: la Generalitat y el Ayuntamiento de Torrent.


La primera se hizo cargo,entre otras gestiones, de la repatriación del cadáver y de los billetes de avión para que la familia de la víctima asistiera al funeral.


El Ayuntamiento se movilizó rápidamente para aportar los documentos necesarios para la solicitud de los permisos de Shukri y Gyulfie, como el informe de los servicios sociales municipales sobre su arraigo e integración social en Torrent, además del certificado de empadronamiento.


“Se volcaron con nosotros”, destaca Igbal, quien sí pudo regresar de su país tras el entierro, en agosto, porque había obtenido la documentación con otros trámites iniciados en diciembre de 2005.


Identificada por un tatuaje

Desde la Delegación del Gobierno no pudieron aportar ayer ninguna información sobre este caso.


Este búlgaro, de 41 años, llevaba 20 años junto a su esposa. Cuatro meses después del accidente todavía le cuesta hablar de las circunstancias que rodean a la tragedia.


Cuando llegaron a España en el año 2002, él y su mujer estuvieron 45 días durmiendo en un cajero de la estación del tren. El día del accidente era la segunda vez que Firdes cogía el metro.


“Era el segundo día que lo cogía. Volvía de un trabajo que había conseguido en un bar de Paterna. Cuando llegué a comer a casa, mi mujer no estaba y pensamos que se había quedado trabajando”, relata el marido de Firdes.


Su cuerpo sólo pudo ser reconocido visualmente por un tatuaje en un brazo. “Pasamos un mes muy difícil. Yo estaba como loco, sin poder dormir”, recuerda.


Igbal ahora sólo desea que sus hijos vuelvan con él y reitera que, a pesar de la indemnización, “el dinero no vale la vida de mi mujer”.


phuguet@lasprovincias.es

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