PRISMA

De la inmigración

El Mundo, 14-11-2006

JUAN GARCIA

De repente, ha perdido actualidad. La ausencia de cayucos surcando las pantallas de televisión ha vuelto a hacerles casi invisibles a nuestros acomodados ojos. Y, sin embargo, están ahí y constituyen cada vez más un fenómeno ante el que no podemos dar la espalda o adoptar viejas recetas. La inmigración es hoy uno de los grandes retos de las modernas sociedades occidentales, y muy especialmente de la española, y casi más de la catalana. Los comerciantes lo tienen tan presente que han hecho del fenómeno migratorio una de las ponencias estrellas de su I Convención, en la que han reunido a 250 dirigentes del sector en un hotel de las comarcas tarraconenses.


Uno de los ponentes, el catedrático de Antropología Social de la Universidad de Barcelona, Miguel Pajares, situó con cifras la magnitud del problema. En 1960, habían en el mundo 75 millones de emigrantes, lo que venía a ser el 2,5% de la población total.En 2005, las personas desplazadas por razones económicas eran 191 millones, es decir, el 3% de la población mundial. Pero el incremento ha sido más espectacular de lo que esa diferencia del 0,5% podría indicar, porque de los 60 a los 80 el porcentaje descendió del 2,5 al 2,2%. O sea que la aceleración de las migraciones en los últimos 20 años ha hecho que se pasara del 2,2 al 3%, o lo que es lo mismo ha aumentado un 33% aproximadamente.


Nada más lejos de mi intención que abrumarles con un mar de cifras, pero a veces los números son necesarios para situar con mayor precisión de qué estamos hablando. Esa brusca aceleración de las migraciones en las dos últimas décadas ha sido más impactante si cabe porque, y esto tiene algo de novedad, la tendencia ha cambiado. Si en 1960, el 57% de los emigrantes (algo menos de 43 millones de personas) se instalaban en otros países no desarrollados y el resto (32 millones) iba a los países ricos. En estos momentos hay unos 97 millones de emigrantes en las regiones más desarrolladas, es decir, la cifra se ha triplicado.


Más aún: en los últimos 15 años, los países que más emigrantes acogieron fueron los Estados Unidos (15 millones), Alemania (4 millones) y España (4 millones). Si ese período de tiempo lo reducimos a los últimos 5 años, encontraríamos que España se ha situado como el país que más inmigrantes ha recibido, según este aluvión de cifras que hemos expuesto, siguiendo al citado Miguel Pajares, que citó fuentes de las Naciones Unidas.


A la vista de estos datos, tengo la sensación de que necesitamos muchos más debates como el que llevaron a cabo los comerciantes, más ponencias como las de Pajares y más controversias que aporten ideas, aunque disten mucho entre sí, más foros donde compitan las diversas posiciones políticas y, sobre todo, más preocupación ante una realidad que puede ser una amenaza o una oportunidad, pero que en cualquier caso es una realidad contundente.


Hasta ahora, la política predominante ha oscilado entre la aceptación bienintencionada o la represión, y parece evidente que ninguna de estas posiciones ha dado un conjunto de respuestas eficaces al problema. Más bien, ha dado la sensación de que nuestros responsables políticos han preferido discutir el pasado – que si la culpa es del efecto llamada de las regularizaciones, que si no – que entender, primero, y luego dar soluciones a un presente que cada vez resulta más complicado para aquellas zonas donde el fenómeno es más visible, especialmente los barrios más deprimidos de Catalunya.


O empezamos a dedicarle recursos públicos al problema de la inmigración o los que creen que siempre hay tiempo para abordar estas cosas acabarán enfrentándose al tema desde posiciones mucho más conflictivas.

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