Sin techo

Las Provincias, 12-11-2006

En unos días se cumplirá el primer aniversario de la trágica muerte de Rosario Endrinal Petit. Quizá este nombre no les suene pero ¿qué les viene a la mente si les dice que fue la mendiga quemada en el cajero de Barcelona? Sí, casi ha pasado un año. Hoy les quiere hablar de ella, de Charo, una mujer de 51 años que lo tuvo todo: casa, empleo, familia. Una vida al fin y al cabo. Como la suya. Fue abogada y acabó en la calle durmiendo en un cajero. En el que encontró la muerte.


Hoy, 12 de noviembre, el Día de los Sin Techo, Cáritas advierte que está aumentando el número de este tipo de agresiones. Que cada vez hay más jóvenes y mujeres en nuestras calles. Sobre todo inmigrantes. Se calcula que en España hay unas 30.000 personas que carecen de techo y de derechos. Otras 273.000 viven en infraviviendas.


Por su trabajo, ella ha tenido más de una ocasión de hablar con ellos. Con estas personas invisibles. Con estas personas que, al menos a ella, le hacen sentir culpable sin saber muy bien por qué. Con estas personas que le hacen activar el cierre centralizado de su coche, por si acaso. Cómo odia reconocerlo. Con estas personas que le hacen soltar un furtivo suspiro de reprobación al verlos dormir la mona al sol. Pero estas personas tuvieron su vida y la perdieron. Por ello, es admirable la labor que realiza Cáritas. En concreto, en el programa Simón. Uno de los menos conocidos.


Voluntarios recorren las calles para ganarse la confianza de los Sin Techo, primero, y brindarles su apoyo, después. Y dice apoyo porque, piensan, que no necesitan ayuda. Porque la mayoría de las personas que lleva años en la calle son irrecuperables. No pueden salir porque fundamentalmente no quieren hacerlo. Ya no sabrían volver a la vida en sociedad. Con sus exigencias, sus horarios, sus rutinas… Padecen algún tipo de trastorno mental o están sumidos en la adicción.


A pesar de que el sistema asistencial de Valencia es uno de los mejores de España no todos tienen cabida. Los albergues están repletos y su estancia es limitada. Además, ellos no se sienten cómodos allí. No pueden dormir con su pareja o llevar a su mascota. Han de cumplir con una mínima higiene y con unas normas. Es un verdadero problema, sí. Al menos hoy, dedíquenle unos minutos.

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