Un congreso del partido neonazi desata la indignación de los partidos alemanes Políticos de todos los signos exigen que se prohíba la formación tras permitir un juez el encuentro _ El último intento de ilegalización que impulsó Schröder fracasó

ABC, 12-11-2006

GUILLEM SANS. SERVICIO ESPECIAL

BERLÍN. La celebración del congreso federal del ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD) ayer en Berlín, con la participación de 700 delegados que reeligieron a la presidencia encabezada por Udo Voigt, motivó que políticos de todo color reclamaran un nuevo proceso para la prohibición del partido. El último intento, impulsado por el gobierno de Gerhard Schröder y la oposición de entonces, fracasó en 2003 ante el Tribunal Constitucional Federal porque el Estado no quiso revelar cuántos «topos» de los servicios secretos estaban infiltrados en el partido para su vigilancia y cuál era su influencia en las actividades de la formación.

De un tiempo a esta parte, las fuerzas ultraderechistas se han consolidado en Alemania, sobre todo en el Este del país, donde han logrado copar las lagunas de la oferta de ocio para jóvenes, formación e incluso cuidado de niños. En el Este alemán, los neonazis ya no son un fenómeno extremo marginal, sino que forman parte de una nueva «normalidad social». Uno de cada diez alemanes tiene «profundas convicciones antisemitas», advierte un reciente estudio de la Fundación Friedrich Ebert.

El senador de Interior de Berlín, Ehrhart Körting, se mostró ayer partidario de retirar a los «topos» del NPD para que el proceso de prohibición pueda cuajar. «Me parece factible sin complicaciones», declaró a la agencia Dpa. Körting no se contaba entre los manifestantes que increparon ayer frente a la sala de congresos a los delegados del NPD, protegidos por 700 efectivos policiales, a gritos de «¡Nazis fuera!». Las autoridades del distrito de Reinickenforf se habían negado a facilitar una sala a los ultraderechistas para su reunión, pero un tribunal dio la razón al NPD en el último minuto para celebrar su congreso en la «capital del Reich», como la llaman sus dirigentes. Al fin y al cabo, se trata de un partido legal que, de hecho, si lograra superar el 5 por ciento de los votos en las próximas elecciones federales, tendría incluso derecho a que el Estado le financiara una fundación política, como ocurre con el resto de los grupos parlamentarios.

Mientras, el NPD se afianza en el tejido social del Este del país, se suceden con un goteo incesante las agresiones racistas y antisemitas. La última se produjo el pasado jueves, aniversario de la «noche de los cristales rotos» de 1938, la «caza de judíos» de Hitler en la que ardieron las sinagogas de todo el país. En Fráncfort del Oder, en la frontera con Polonia, dieciséis neonazis de entre 16 y 24 años causaron destrozos en un monumento en recuerdo de las víctimas de 1938 a gritos de «¡Sieg Heil!». Ayer, el tribunal de esa ciudad rechazó cursar la orden de detención contra ellos con el argumento de que no ve peligro de reincidencia.

El violador pedófilo

El NPD sabe aprovechar bien su presencia en los parlamentos regionales. En Dresde (Sajonia), los ultraderechistas han reclamado una comisión de investigación para aclarar cómo es posible que Mario M., un violador pedófilo de 36 años con antecedentes graves procesado desde el pasado lunes por el secuestro de una niña de 13 años de la que abusó brutalmente durante semanas, escapara el miércoles a la observación de sus vigilantes en el patio de la cárcel y lograra encaramarse al tejado de la institución penitenciaria. Permaneció ahí dando vueltas un total de 20 horas, hasta que la Policía logró convencerle de que se bajara.

Sin embargo, a efectos mediáticos, el mal ya estaba hecho: Mario M. salió en varias ediciones de todos los canales de noticias increpando a los policías que intentaban hacerle entrar en razón desde un helicóptero. El ridículo puede costarle la dimisión al ministro sajón del Interior, Geert Mackenroth.

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