MAMA DIEDHIOU COORDINADORA DE INMIGRANTES EN MADRID

«Europa debe asumir la responsabilidad que tiene en África si quiere parar la inmigración»

Los europeos tendremos que renunciar a vivir en la abundancia para establecer unas reglas de juego justas, dice esta senegalesa

Diario Vasco, 11-11-2006

Dejar de vivir en la abundancia. Ese es el precio que Europa debe pagar si quiere detener la inmigración africana. Es la idea que expuso ayer en San Sebastián la senegalesa Mama Diedhiou, portavoz de la asociación Karambenor, que atiende en Madrid a personas procedentes de Senegal y Gambia, en la clausura de La Mirada del Sur, las IV Jornadas Internacionales sobre Inmigración organizadas por el Gobierno Vasco.

- Dice que los inmigrantes senegaleses eran bien recibidos en España hasta «la gran invasión» que comenzó en mayo. ¿Qué ha pasado?

- Yo hablaba de invasión de un modo irónico. Desde la crisis de los cayucos, han sido 23.000 los senegaleses que han llegado a España. La espectacularidad de las imágenes ha hecho que algunos políticos aprovechen para hablar de invasión.

- ¿Qué hay que hacer en España o África para que la emigración masiva no se produzca?

- Restaurar una justicia. Hay que olvidarse de las ayudas al desarrollo y de las oenegés y devolver a África lo que es suyo. O por lo menos, no seguir quitándoselo.

- ¿Cómo devolver a África lo que se le debe?

- Hay que establecer unas reglas de comercio justo para que ese continente pueda vivir de lo que produce. A lo mejor no podemos volar a la Luna, pero sí comer, beber agua potable, llevar a nuestros hijos al médico y no llegar a Europa en estas condiciones.

- No le gustan las ayudas al desarrollo.

- Es una farsa con la que los africanos hemos nacido y hemos crecido. No concebimos el mundo sin ello. Pero las cosas no están mal en África porque sí. Este continente no es pobre. Ha sido empobrecido durante siglos.

- Del precio justo empezaron a hablar las oenegés.

- Sí. Pero además del café y el cacao hay mucho más. Está el oro, los diamantes, la madera, los peces. Y el cobalto del Zaire para fabricar chips para los teléfonos móviles. Hablo de todo ello. Y de que África no se utilice como un basurero. Si Europa produce elementos tóxicos, que no los deje en África, que es lo que se hace.

- Un filme, ‘La pesadilla de Darwin’, denunciaba el desastre ecológico y humano de la introducción de un pescado, la perca, en Tanzania.

- Y mostraba que la gente que vive allí no tiene acceso a este pez. No sólo no encuentran ya el pescado que antes tenían, sino que no pueden comer el nuevo porque las empresas se lo llevan.

- ¿Es Europa la principal culpable de la situación en Senegal?

- Hablar de Senegal es hablar de todo el África negra. En nuestro continente hay corrupción y falta de democracia. Pero son consecuencias de la pobreza. No vienen primero la democracia y la educación y luego el desarrollo. Es al revés.

- Y Europa apoya indirectamente la corrupción en África, dice usted.

- El dinero que los corruptos se llevan de África está en los bancos europeos y los países occidentales lo saben. No echo balones fuera. Ya se sabe lo malo de allí. Ahora toca hablar de lo que se hace aquí mal.

- Y tiene usted ejemplos de lo que Europa hace mal.

- Suiza acaba de aprobar una ley de extranjería que la propia ONU ha calificado de xenófoba. Y a los pocos días se anuncia que va a acelerar el bloqueo y la devolución de fondos de los dictadores a sus países de origen. No es una casualidad. Saben perfectamente que ese dinero ha servido para hundirnos más en la pobreza. Y ello ha motivado que estemos saliendo de nuestros países y yendo también a Suiza. ¿Cuándo lo van a devolver? ¿Y cuánto tiempo lleva en Suiza? ¿Cinco décadas? Ese dinero ha servido para desarrollar su país y beneficiar a su población.

- ¿Qué augura para países que como España están recibiendo una inmigración masiva?

- Mientras la situación no cambie, se va a seguir produciendo. Y no tiene visos de modificarse a corto plazo. El tema de la inmigración es arma arrojadiza entre partidos. Y ya hay alarma social. Eso traerá racismo. Y el nacimiento de algún partido de ultraderecha, como ha pasado en Francia, Austria o Suiza.

- El retorno a su país de los inmigrantes que han logrado mejoras económicas, ¿cambiará la situación?

- Habría que plantearse si a Europa le interesa que en África haya sistemas democráticos fuertes. Porque las multinacionales europeas no podrían hacer lo que quieren.

- ¿Qué puede hacer un ciudadano para cambiar esta situación?

- No hay recetas milagrosas. Es más fácil destruir que construir. Se dice: ‘Nos quitan el trabajo’, ‘Se hunde nuestro bienestar’. Y estas ideas llegan fácilmente porque apelan a instintos básicos. El ciudadano que tiene un vecino inmigrante al lado, debe saber que éste no es un mendigo.

- Recientemente un centro de acogida de menores inmigrantes ha creado polémica en Tolosa por robos y otros desórdenes.

- Son chavales que no se comportan como los niños que viven con sus padres. Necesitan atención material pero también emocional. Ese conflicto ha estallado también en Madrid y en Barcelona. La comprensión debe ir de la mano de la información. ¿Qué les ha pasado a esos menores? Muchos, antes de venir aquí, eran sustento de sus familias. Y ahora tienen que estudiar y se rebelan.

- ¿Cómo ve el futuro de la inmigración y de África?

- Soy pesimista. No veo voluntad real de cambiar. Porque hay un conflicto de intereses muy grande. Con reglas de juego justas, Europa podrá seguir viviendo bien, pero tendrá que renunciar a vivir en la abundancia. Aquí se toma chocolate y café cuando se quiere. Pero quienes lo producen no pueden vivir de eso.

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