Los hispanos de Nueva York votan demócrata

Optan por el partido que ofrece mejoras para los inmigrantes

La Razón, 08-11-2006

Marta Torres

nueva york – Los gritos llegan hasta la calle desde la bodega de Bienvenido
Ureña, en la esquina donde se cruzan la calle 176 y Wadsworth Avenue, en
pleno corazón de Washington Heights, uno de los barrios hispanos de la
ciudad de Nueva York. Está en Manhattan, pero aquí sólo se escucha
español. Aunque son las nueve de la mañana ya suena el reggaeton y huele a
pollo frito.
En la bodega, los primos de Bienvenido Ureña discuten
sobre quién va a mover diez cajas de café Bustelo de nueve botes cada una,
mientras el dominicano atiende a los clientes que entran en sus
establecimiento. Uno dice: «Uy, yo estoy muy mal de la espalda y no
puedo». Otro le replica: «Pues yo estoy mal de los riñones».
Bienvenido Ureña les mira de reojo y luego admite: «Y les voy a dejar mi
negocio cuando me regrese a mi país son mis primos… Bueno, se lo dejaré
a este primo, que es más listo», en referencia a un hombre que corta
carne. Bienvenido lleva en Nueva York la friolera de 36 años.
«Organización comunitaria»
Tiene 56
años, pero ya piensa en la jubilación. Entretanto, aparece Reinaldo Frías,
que trabaja en el «Northern Manhattan Improvement Corporation», una
organización de ayuda a la comunidad latina, que en estas elecciones es
uno de los diez lugares donde pueden acudir a votar los residentes del
barrio de Washington Heights.
En sus folletos bilingües, anuncia sus
servicios: «Organización comunitaria, cursos de formación laboral, ayudas
públicos, justicia ambiental, integración, servicios legales, educación,
servicios sociales». Reinaldo le pide un vaso de plástico a Bienvenido
para el café mientras explica a este periódico las acciones de dicha
organización.
En este centro de votación, lo primero que se ve
a la entrada es una mesa con pasteles. Tarta de queso o chocolate, por dos
dólares; flan, por uno; galletas, 50 centavos. Después está Reinaldo, que
pregunta a la gente el motivo de la visita. Si quieren votar, les dirige
«pa trás». Si quieren otra cosa, les pide que regresen mañana. En la sala
de votaciones, hay cinco mesas. En una de ellas se sientan Ana Rosa, de 40
años; Carmen, de 27, y Grecia, que dice que «uy, yo tengo muchos años»,
cuando se le interroga por su edad.
Ana Rosa explica que «llevamos
aquí desde las 5.30 de la mañana. Él, no. Llegó a las seis». Se refiere a
Richard Ware, un agente de Policía que se encarga de que no haya ningún
incidente.
A Richard se le abre la boca del sueño. «Es que ayer tuve
que trabajar hasta muy tarde – se disculpa – , pero luego, como a las 14.30
viene mi compañero y me hará el relevo».
Richard
contesta con una sonrisa cuando se le interroga por el partido político al
que va a votar en estas decisivas elecciones del ecuador de la legislatura
en la que se renueva la Cámara de Representantes al completo y un tercio
del Senado del Congreso de Estados Unidos.
Consejo de Elecciones
Eso sí, reconoce que «yo soy demócrata», mientras admite que «en la ciudad
de Nueva York casi todo el mundo es demócrata, pero también hay algunos
que son republicanos. Luego en el Estado de Nueva York ya hay más
republicanos por los pueblos». Ana Rosa explica que a las nueve de la
noche cerrarán las urnas y después tendrán que contar los votos para luego
entregárselos en un sobre a otro policía, el que sustituirá a Richard en
su turno. Este agente llevará el sobre al Consejo de Elecciones, que se
encuentra cerca del Ayuntamiento en la parte sur de la isla de Manhattan.
Los datos del Pew Hispanic Center demuestran que de los más de 41 millones
de hispanos que viven en la actualidad en suelo estadounidense tan sólo
pueden votar algo menos de 17 millones, de los que pocos más de 9 están
registrados para votar. Tradicionalmente, el voto latino siempre se ha
decantado por los demócratas, pero en las elecciones presidenciales del
año 2004 alrededor del 56 por ciento de los hispanos optó por el actual
presidente de Estados Unidos, el republicano George W. Bush, frente al 44
por ciento que lo hizo en los reñidos comicios del año 2000.
Ana Rosa admite que «los hispanos no votamos mucho, a veces es por
negligencia, otras por vaguería, por la educación o por falta de recursos,
pero cuando lo hacemos, suele ser casi siempre a un [candidato] demócrata».

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