CARTAS DE LOS LECTORES

Colas de extranjeros

La Vanguardia, 30-10-2006

VICTORIA RAILEAN Barcelona
Entré en España con toda la documentación en regla y contrato de trabajo. El pasado 19 de octubre fui a la comisaría de Balmes para hacer los trámites de la renovación de mi permiso de trabajo y residencia. Llegué a las oficinas a las 8 de la mañana y a las 19.30, hora de cierre, tuve que volver a casa sin conseguir llegar a la ventanilla de tramitación, por lo que perdí inútilmente un día de trabajo.

Éramos cientos las personas que sufrimos durante horas estar de pie en la calle sin finalmente conseguir la entrega de los papeles. Imagínense, casi 12 horas de tormento físico y psicológico. España es un país moderno y sabe y puede gestionar estas situaciones de forma más eficiente (citando a la gente en horas y días prefijados, asignando turnos, dando números, etcétera).

La renovación del permiso cuesta 77,15 euros (que se pagan entre el trabajador y la empresa), por ello, como mínimo pagamos el coste de la tramitación. ¿Por qué entonces tienen que someternos a un trato inhumano? ¡Somos personas! Parece que hacen esto a propósito, para humillarnos, para que luego seamos más dóciles. No sé qué pensar… Cobro una nómina y pago mis impuestos. ¿Me merezco este trato?