Pasen, señores

Las Provincias, 30-10-2006

MANUEL ALCÁNTARA/
Tenemos más sitio en nuestro corazón para los inmigrantes que en nuestra casa. Todos nos conmovemos en los ratos libres viendo en la piscina vertical de la tele cómo llegan los que han atravesado el mar en cayucos. Nos gustaría hacer algo por ellos, entre otras cosas restringir su entrada, ya que no caben. España es un coladero.


La hospitalidad tiene mucho que ver con el espacio y hay que comprender que así como podemos alojar a todos los turistas ricos es materialmente imposible darle hospedaje a todos los viajeros pobres. Quienes han tenido la paciencia de contarlos aseguran que 15.000 bolivianos entran mensualmente en España por Barajas, lo que significa que en un par de meses viene más gente de Bolivia que del Sahara en todo el año. No hay que preguntar por qué llegan tantos. Por lo menos no tienen que preguntarnos a quienes nos hemos asomado a ese país atravesado por la cordillera majestuosa, con un lago como océano, lleno de fronteras y de hombres.


Nadie puede decir que la inmigración masiva sea un problema de fácil solución, pero sí puede afirmarse que entre nosotros se está resolviendo muy mal. En nuestras hermosas Islas Canarias, que han dejado de ser afortunadas, se están manifestando al grito de “¡no cabemos más!”. Senegal no acepta ya más inmigrantes contrarreembolso, después de que más de 4.500 fueran devueltos. ¿Qué decisión tomar? De momento, hemos adoptado la de quejarnos del comportamiento de muchos de los que han logrado establecerse entre nosotros. Parece que su conducta no es intachable. Grupos latinoamericanos rivales se enzarzan en continuas reyertas.


Ya se sabe, “nosotros somos buenos porque llevamos una buena vida”, que dijo un poeta beatnik. Al parecer, los Latin King, los Ñetas y los Dominican Don’t Play no se tragan. Aunque todos hayan venido aquí para comer algo.

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