JAVIER Solana realiza una larga gira por Oriente Medio entre la indiferencia general: el jueves y ayer informó a la parte palestina oficial (presidente Abbas) de lo que había hablado con la parte israelí, a la que pidió cortésmente que abra el crucial paso de Rafah, vigilado por observadores europeos hartos del cierre provocado por los sucesos del verano pasado. El completo viaje de seis días terminará el lunes en El Cairo, donde preguntará a los egipcios si ellos también certifican la muerte de la ‘Hoja de Ruta’ como herramienta pacificadora, como acaba de hacer el ministro Moratinos, y qué piensan de la posibilidad de una conferencia internacional de la que Israel no quiere ni oír hablar.

El resultado, pues, está descontado. Solana fue a informarse, no a negociar nada y pudo, de paso, reunirse con el flamante ministro israelí ‘in pectore’ de ‘Asuntos Estratégicos’ Avigdor Lieberman, líder de Ysrael Beiteinu, un partido xenófobo de ultraderecha que, con once diputados, va a entrar en el gobierno después de que el domingo lo acepte también el comité central del partido laborista. Solana se vio con el interesado, según el sano criterio de que, al fin y al cabo, hay que hablar con todo el mundo, y recurrió a la consagrada fórmula de decir que el Sr. Lieberman representa «todo aquello a lo que me he opuesto toda mi vida» pero no sugirió si habrá alguna reacción de la UE, alertada ante los criterios racistas del interesado. Tal cosa sucedió, por ejemplo, cuando la ultraderecha austriaca del xenófobo Jörg Haider entró en un gobierno conservador austriaco que fue literalmente puesto en la picota de los sospechosos de racismo explícito y tics neo – nazis. Es verdad que Israel no es miembro de la Unión Europea, pero tiene con la UE un tratado comercial preferencial que podría ser utilizado en términos de reproche político. Pero no lo será. Los palestinos, que leen periódicos, advierten ciertas diferencias, y uno de ellos nos decía hace unos días que el famoso ‘doble rasero’ norteamericano se extiende a una Europa de la que se espera algo distinto.