A jugarcon otrosniños

Las Provincias, 26-10-2006

M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO

La mayoría de los escolares acepta a sus compañeros inmigrantes, según una encuesta. El dato no puede ser más esperanzador cuando se ha conocido también que España es uno de los países europeos con mayor número de inmigrantes, poco más de tres millones, similar a las cifras de Francia o Italia, y superada solamente por Alemania, con siete millones.


Revela la encuesta que sólo quince de cada cien escolares rechazan la presencia de inmigrantes y que ese rechazo aumenta de un nivel a otro, es decir, los niños de Primaria no hacen tanto distingo entre quienes ocupan el pupitre contiguo.


De hecho, una de las costumbres que no evaluamos ni valoramos suficientemente es la capacidad de los niños para relacionarse con otros niños sin conocerse.


Eso lo comprobamos cuando sometemos al niño al ejercicio de convivencia que se inicia con un “ve a jugar con esos niños”. La criatura, por obedecer a papá y mamá ha de ir al niño desconocido, presentarse e integrarse en su juego o proponerle jugar a otro.


Siempre me ha llamado la atención la ligereza con la que los padres proponen u obligan al hijo a hacer eso mientras se sientan en una terraza. Me pregunto qué haríamos nosotros si alguien nos dijera en una cafetería o un restaurante: “Siéntate con ese señor o señora y ponte a hablar con él”. Sin más.


Seguramente lo rechazaríamos pues no deja de ser un desconocido. En cambio, en el caso de los niños nos parece lo más natural: hay otros niños, él está solo… pues que juegue con los demás.


Aunque el hecho en sí es curioso e inaplicable en los adultos, los niños no suelen traumatizarse por ello, al contrario, se acostumbran a convivir y ven en el otro lo más importante: es otro niño como él y tiene ganas de jugar como él, por tanto, ¿por qué no jugar? Una prueba de que, quizás en esto, son ellos quienes nos deben socializar y no al revés.

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