La heroína regresa como droga de élite

Grupos de jóvenes la toman para contrarrestar la cocaína y dejan de

La Razón, 22-10-2006

VALENCIA – El «caballo», nombre de la heroína en el argot callejero, galopa
de nuevo por la sociedad española. Sin prisa, pero sin pausa. La
incautación de esta droga mortífera que causó estragos a lo largo de los
años ochenta y noventa aumenta con el paso del tiempo en nuestro país, un
claro síntoma de que la oferta, y con ello la demanda, se está
incrementando. Sobre todo, por el bajo precio de mercado.
   En lo que
va de año, la Policía española ha confiscado casi el triple de heroína que
en todo 2005. Frente a los 149 kilos intervenidos el ejercicio pasado, en
2006 se han requisado 349 kilos de este opiáceo.
   La cocaína es
hoy la protagonista indiscutible de todas las drogas ilegales y su
consumo, al igual que el del cannabis, se ha enquistado en la juventud.
Sin embargo, tal y como anunciaron este verano los responsables de la
lucha antidroga, el regreso del consumo de heroína es una realidad cercana
que no se puede ni se debe ignorar.
   Carmen Moya, delegada del
Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, vaticinó entonces «un posible
auge del consumo de heroína en los próximos años».
   Hoy, el director de Proyecto Hombre, Luis Bononato, confirma que están
apareciendo nuevos consumidores y que «cuando suba el precio de la cocaína
y aparezca una heroína de buena calidad a precio más bajo, el mercado se
extenderá por ahí». El precio de la heroína no ha variado desde hace años.
Los traficantes españoles, mayoritariamente gitanos, pagan por ella entre
15.000 y 20.000 euros por kilo que llega a nuestro país, cantidades que,
según fuentes policiales, «pueden bajar en cualquier momento para abrir de
nuevo el mercado y poder atraer a más consumidores potenciales».
   En opinión de Bononato, «la heroína va a volver porque una de las
características de las personas que consumen estupefacientes es que buscan
continuamente nuevas sensaciones y, en el momento en que se cansen de una
sustancia determinada, buscarán otras nuevas». El director de esta ONG
recuerda que los campos de Afganistán están llenos de amapolas de opio,
planta de donde se extrae el látex, materia prima de la heroína.
   A la cabeza de Europa
   Casi la totalidad de la droga
que se comercializa en los mercados ilegales europeos procede de este país
asiático con 104.000 hectáreas de cultivo de opio, de acuerdo con los
datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de
Naciones Unidas (JIFE). España se alza como el principal cliente del sur
de Europa y, dentro de la Unión Europea, sólo los países del Este, superan
al nuestro en adictos a esta sustancia: «De momento donde se consume mucha
heroína es en los países del Este, pero en Estados Unidos y en Italia
también empieza a consumirse otra vez. En España, consumidores nuevos de
heroína hay contadísimos, pero sí es verdad que empiezan a aparecer»,
expone el director de Proyecto Hombre.
   En la Comunidad de Madrid ya
se han detectado cambios importantes en el consumo de heroína. Manuel
Molina, director de la Agencia Antidroga de la capital, constata que el
fenómeno de la inmigración procedente de los países de Europa oriental ha
provocado también «un ligero repunte» del consumo de esta droga.
   «La llegada de inmigrantes procedentes de los países del antiguo bloque
comunista, como Rumanía o Chechenia, ha traído consigo un grupo de
heroinómanos que se «engancharon» a esa sustancia cuando luchaban en las
guerrillas para afrontar los enfrentamientos con menor crudeza». La
preocupación está latente: «Con el incremento de cultivos de opio en
Afganistán tratarán de colocar esa mercancía a unos precios mucho más
económicos para captar a cuantos más nuevos adictos mejor».
   La figura del yonqui enjuto, desdentado, de mirada extraviada y de manos
temblorosas fue la cara más dramática de toda una generación de jóvenes.
Muchos de ellos murieron víctimas del sida, otros siguen hoy inmersos en
el laberinto de la heroína, malviviendo por los diversos poblados de
chabolas, hipermercados de la droga, que se hallan en las principales
ciudades de nuestro país, como es el caso del poblado de Las Barranquillas
en Madrid, el reciente resurgimiento del campamento de la droga «Las
cañas» enclavado en la huerta de Valencia o la barriada de las 3.000
Viviendas en Sevilla.
   Pero junto a estos heroinómanos se están
detectando, tal y como desvelan las ONG que trabajan con los toxicómanos
en estos poblados, nuevos grupos de consumidores. Se trata de jóvenes con
ganas de experimentar, con una economía relativamente desahogada, y que la
consumen de vez en cuando, por lo general esnifada o fumada, pero no por
vía intravenosa.
   «La he tomado pocas veces, pero siempre ha
sido después de una fiesta muy loca de mucha cocaína y éxtasis. La heroína
te da un viaje que te saca del mundo, te relaja, te anula completamente,
nada te importa, sólo el placer de sentirte fuera de ti. Con la primera
calada te colocas y anula los efectos de la coca inmediatamente», cuenta
Alberto, de 34 años, que aclara que nunca se ha inyectado «caballo» por
las venas.
   Consumidores crónicos
   En la
actualidad hay casi 100.000 heroinómanos en nuestro país en tratamiento
con metadona, consumidores históricos y crónicos, a los que hay que sumar
los nuevos adictos que no figuran en las cifras oficiales al no buscar
ayuda sanitaria para abandonar la adicción.
   Fuentes del
Ministerio de Sanidad aseguran que, en la actualidad «hay una mayor
presencia de heroína en el mercado», pero que, según las estadísticas, no
se puede hablar todavía de un «repunte significativo». No obstante,
insisten en que «el riesgo existe», pues «se están dando nuevos casos en
los que se está esnifando la heroína», por lo que habrá que esperar «a ver
cómo evoluciona». Esta droga sigue entrando en los planes de prevención,
aunque la atención prioritaria se centra hoy en la cocaína y en el
cannabis por el aumento espectacular de consumidores en la última década.
   

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