Asesinado a tiros un joyero junto a la Gran Vía

Los asesinos le esperaron varias horas en el interior de un vehículo con

La Razón, 27-09-2006

Madrid – Esta vez fue en el mismo corazón de la ciudad y con una brutalidad
digna de la ficción más truculenta. El móvil, probablemente el robo. José
Manuel M. R., de 59 años de edad y joyero de profesión, fue asesinado ayer
de tres tiros a bocajarro en la calle Isabel la Católica, en una de esas
travesías adyacentes a la populosa gran vía madrileña donde conviven
restaurantes chinos, whiskerías de dudosa catadura, traseras de teatros y
gente de toda raza y condición.
   Efectivos del Samur se
presentaron rápidamente en el lugar, alertados por un vecino. Consiguieron
reanimar momentáneamente al hombre en el mismo lugar, haciéndole salir de
su parada cardiorrespiratoria. Pudieron comprobar entonces que los
impactos habían sido al menos tres. Un orificio que podía ser de salida o
de entrada hacía dudar de la posibilidad de un cuarto. Inmediatamente, se
le trasladó al Hospital Clínico, donde ingresó muy grave y falleció poco
después. Una de las balas había atravesado la arteria aorta y la vena
cava, resultando letal.
   Según las primeras interpretaciones de la
Policía, El móvil del asesinato – ya son 50 en lo que va de año – pudo ser
el robo. José Manuel era joyero mayorista, y tenía su almacén a pocos
metros de allí, en la calle Silva. Ayer, poco antes de las ocho de la
tarde, bajaba por la calle portando un maletín y una bolsa. Los agresores,
al parecer, llevaban tiempo esperándole, lo que indica que conocían sus
rutinas.
   «Un vecino me dijo por la tarde que había dos tipos en un
coche que llevaban metidos allí horas», comenta un camarero de la zona.
Son estos dos individuos, al parecer, los que, al pasar José Manuel, lo
interceptan, a la altura del número 13 de la calle.
   Testigos
directos
   Una mujer que lo observó todo desde un balcón relató como
uno de los agresores la emprendió a puñetazos con la víctima,
arrastrándolo hasta el centro de la calzada. Ante la resistencia de éste,
no dudan en asesinarlo. Marc es un turista extranjero que está de
vacaciones en Madrid y observó el crimen con nitidez desde el ángulo
contrario, casi en la Gran Vía. Lo vio todo: «Le dije a mi mujer, mira, y
todo pasó muy rápido. Le dispararon, dos, tres veces, y cuando ya estaba
en el suelo, lo patearon», explica en un inglés esforzado. «Luego subieron
a una moto y bajaron a toda velocidad, girando por esta calle». Se refiere
a Flor Baja, vía que los agresores tomaron en dirección contraria y a gran
velocidad.
   Los viandantes y quienes disfrutaban de unas tapas en el
bar que hace esquina entre ambas vías recuerdan el momento con pánico.
Muchos se tiraron al suelo. Marc, sin embargo, tuvo la sangre fría o el
oficio de tomar la matrícula del ciclomotor. «Si hubiese sido más joven
hubiese tumbado la moto», dice, «pero…». Algún tiempo después, según
comenta, «pasó un coche de Policía en esa dirección». Y su gesto lo dice
todo: «Demasiado tarde».
   Explica, además, como el hombre
que viajaba detrás en la moto, llevaba todavía en la mano el arma
homicida. «Le cubría la cabeza una gorra con visera, y un poco antes de
pasar a mi altura se le cayó», explica, «la policía la ha recogido. Quizá
si encuentran pelo sirva para identificar su ADN». Marc no se atreve a
confirmar la teoría de que los hombres fuesen de origen sudamericano, que
sí apoyan otros testigos presenciales.
   Sin botín
   Curiosamente, pese al salvajismo empleado, finalmente los asesinos no
huyeron con las maletas que portaba la víctima, lo que abre una puerta a
sospechar que el móvil pudiese no ser el robo, sino algún tipo de ajuste
de cuentas. En todo caso, José Manuel ya había sido atracado algún tiempo
atrás, según informó el presidente del gremio de joyeros, Armando
Rodríguez, y era miembro de la junta Directiva de la Asociación. En
aquella ocasión, el asalto se saldó con una herida en la cabeza. Esta vez
fue fatal.
   Con esta muerte son ya 50 los asesinatos registrados este
año en la comunidad, y seis los que tiene en su haber el distrito centro.
Uno de los más sonados, el de la joven ucraniana Vicky, acuchillada en
junio en la plaza de Luna, también al lado – y de espaldas – al ostentoso
lujo de la principal arteria del centro de Madrid.
   

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