M2 / ESTADO DE LA REGION

Simancas esquiva el látigo de Aguirre

La presidenta se lanzó en tromba contra el líder socialista, las «conjuras» y los «navajeos» del PSM, las comunidades que gobierna el PSOE y el Gobierno de Zapatero. El jefe de la oposición no entró al trapo y mantuvo un discurso moderado. Acusó a la mandataria del PP de buscar la discordia con todos y le ofreció, sin respuesta, cinco acuerdos sobre educación, sanidad, urbanismo, transporte público e inmigración

El Mundo, 21-09-2006

La última jornada del Debate sobre el Estado de la Región se convirtió en un duelo vibrante entre los dos candidatos con posibilidad de presidir la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre y Rafael Simancas subieron la temperatura política de una cita que el martes se vio adormecida por el exhaustivo repaso de gestión que realizó la presidenta regional. Eso sí, ambos contrincantes hicieron dos debates diferentes. Ella, agresivo y duro; en ocasiones a la yugular del PSM o del PSOE. Él quiso dar imagen de presidente; habló de sanidad, educación, transportes o urbanismo, denunció incumplimientos y propuso una alternativa: «un gobierno nuevo y distinto que resuelva los problemas en vez de crearlos».


Aguirre sacó el látigo desde el principio. Sus palabras azotaron la división en el PSOE y las políticas de Zapatero. Se mostró muy dura y contundente, arremetió contra el Gobierno de España, los ejecutivos de Cataluña, Andalucía, Extremadura… y contra numerosos municipios socialistas. Casi no hubo títere que dejara vivo. Quería llevar a Simancas a su terreno; arrastrarle a la gresca, pero no lo consiguió.


Se encontró un aspirante a presidente que prefirió hablar de los problemas que, se supone, deberían ser el centro del Debate. «Usted nos habla de muchas cosas porque está nerviosa, se le acaba el tiempo», le espetó, «yo voy a hablar de Madrid y de los problemas de los madrileños».


La línea inicial de Simancas fue clara: «Madrid es una gran comunidad», pero le falta un buen gobierno: «Tenemos el mejor coche, pero no tenemos a la mejor conductora». El también secretario general de los socialistas madrileños achacó a la presidenta haber protagonizado «tres años de pelea constante», buscando siempre la discordia: con el presidente del Gobierno, el vicepresidente Solbes, «ha provocado conflictos institucionales con todos los ministerios, con la mayoría de alcaldes socialistas…» Para Simancas, Aguirre no preside un gobierno sino «un batallón de combate».


Simancas cargó las tintas al hablar de sus dos temas preferidos, la sanidad y la educación: «Poner a Esperanza Aguirre al frente de la educación y la sanidad públicas es como poner a Herodes al frente de una guardería». O con el medio ambiente: «El personaje histórico que más se compadece con su gestión ambiental es el caballo de Atila».


Pero el mandatario socialista prefirió no prodigarse en el ataque y fue al grano proponiendo cinco compromisos «para salvar parte de su legado». Propuso aumentar el gasto educativo en un 25%, revisar los contratos de construcción de los ocho hospitales, encargar un Plan Regional de Estrategia Territorial (PRET) o un gran acuerdo entre las tres administraciones para elaborar un plan de movilidad. Por último, pidió un gran acuerdo para promover la integración de los inmigrantes.


En vez de esto, resaltó, Aguirre se ha ocupado hasta ahora en denostar a sus dos peores enemigos – Rodríguez Zapatero y Alberto Ruiz – Gallardón – y en gastar «140 millones de euros en propaganda sólo este año».


El socialista terminó como empezó: «Quedan ocho meses de legislatura. Después vendrá el cambio. El cambio es imparable».


Aguirre subió a la tribuna y se fecilitó de que Simancas use el discurso del «catastrofismo»: «Desde el catastrofismo veo muy difícil que convezca usted a los madrileños de que le den su confianza» y comenzó a arremeter contra el Partido Socialista de Madrid (PSM): la presidenta se lanzó en tromba para denunciar las «tensiones, divisiones, conjuras, navajeos, apaños y trapicheos» que, afirmó, caracterizan a este partido. Hasta tal punto que «la máxima victoria política que se le atribuye a usted es haber sobrevivido a esa jaula de grillos que es el PSM». Para la presidenta, «si no encuentran candidato al Ayuntamiento de Madrid es porque no hay nadie que se atreva a meterse en ese guirigay». Esa «división» y el «follón interno» es el «auténtico problema» para la estabilidad institucional de España.


En cuanto a la propaganda, Aguirre fue demoledora. A las acusaciones de Simancas contrapuso dos encartes de prensa. El primero, realizado por la Generalitat de Cataluña, que en 28 páginas «de publirreportaje» distribuidas con todos los diarios catalanes «canta las bondades sobre las inversiones catalanas en Sanidad». El otro de Pedro Castro, el alcalde de Getafe, que estaba en la tribuna, un encarte en papel couché rojo titulado 1.000 días de gestión. «¿Lo ha pagado usted de su bolsillo?», preguntó Aguirre al regidor, «creo que no. Lo han pagado los getafenses y a mí me parece un escándalo».


Aguirre arremetió durante 10 largos minutos contra el urbanismo socialista citando Marbella, Aldea del Fresno, los municipios de Leganés, Alcorcón, Getafe, Pinto, Fuenlabrada, Móstoles… «Igual a 23 seseñas juntas», le dijo. «Si defienden el urbanismo de Parla o Getafe, ¿por qué viven todos ustedes en municipios gobernados por el PP como Arroyomolinos, Pozuelo, Las Rozas?»


Para terminar, una Aguirre inmensa también cargó contra las críticas de Simancas al supuesto traspaso de los servicios públicos a la empresa privada: «Si odia lo privado, prohíbalo, ustedes están ahora en el poder. Prohíbalo y haga el transporte gratis total, ¿por qué no hace las viviendas gratis?»


El problema se lo encontró la presidenta en la réplica. El socialista esquivó los golpes y sacó sus papeles: «Entiendo su nerviosismo», le dijo, «porque a usted se le acaba el tiempo; por eso habla de tantas cosas». Simancas no contestó a los ataques a su partido y entró de puntillas sobre el tema urbanístico (Aguirre le dedicó 10 minutos y él no pasó de dos). En cuanto a este asunto, Simancas se limitó a retar a Aguirre a que «destape» las irregularidades urbanísticas de municipios como Majadahonda o Torrelodones como, supuestamente, había hecho él en Morata expulsando a la alcaldesa del PSOE y, como, dijo, hará en Aldea del Fresno. Aguirre aceptó el reto y le respondió: «Llevo 23 años en política y nunca he tenido que decir que soy decente. Todo el mundo sabe que lo soy».


Hasta su debate con el portavoz del PP, Antonio Beteta, Aguirre no volvió a utilizar la artillería gruesa. Al final de la mañana y de cara a su auditorio, volvió a cargar contra ZP y su modelo, que dijo que es «el del aeropuerto de El Prat invadido como en un país del tercer mundo, el de los cayucos que llegan en avalancha» o «el de actuar de hazmerreír en los foros internacionales como esos de los no alineados con la democracia y junto a los dictadores sanguinarios».


Sus diputados volvieron a aclamar el látigo de su presidenta. Consideraban que había ganado el Debate. En las filas de la izquierda, la sensación era justo la contraria.


LAS FRASES


Fernando Marín (IU)


«Ustedes [PP] se han colocado detrás de la burguesía del cemento».


«Para ustedes la salud es un único objetivo: la privatización».


Rafael Simancas


«Lo suyo no es un Gobierno, es un batallón de combate».


«Quedan ocho meses. Después vendrá el cambio imparable».


Antonio Beteta (PP)


«Zapatero tiene un cero patatero por incumplir sus compromisos».


«Todo lo que dice el PSOE es mentira y el tiempo lo demuestra».


Esperanza Aguirre


«Defienden el urbanismo de Parla, ¿por qué viven donde gobierna el PP?».


«Si odia lo privado, prohíbalo y apruebe el gratis total».

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