Del Director. La policía, deprisa y corriendo

«Hasta Exteriores actúa como el bombero que acude a apagar el fuego»

Canarias 7, 19-09-2006

Los máximos responsables policiales acudieron ayer, deprisa y corriendo, a Canarias. Ahora ya no hay duda. El Archipiélago es un polvorín a punto de estallar a cuenta de la masiva llegada de inmigrantes irregulares. Primero parecía que los recién llegados en pateras, cayucos y otro tipo de embarcaciones, se contentaban con que se les diese de comer y se les ofreciera un techo digno; ahora ya sabemos que quieren algo más. Es lógico: su objetivo es entrar en Europa y han empezado a darse cuenta de que el chollo se acabó; hasta Zapatero ha cambiado el talante por el rigor y donde antes había brazos abiertos, dentro de poco habrá la enésima modificación de la Ley de Extranjería. Los inmigrantes se han olido la tostada y ya son conscientes de que se les retiene simplemente para poner los papeles en orden y subirlos a un avión que los devuelva a su lugar de origen. Así, los incidentes en los centros de retención se multiplican.

Además, la cúpula policial viene a apagar otro fuego: el que surge entre los agentes, que son obedientes pero no ciegos ni tontos. Están exhaustos ante el cúmulo de trabajo. El papeleo es interminable y a ello se une la sensación de que en Madrid la prioridad está en otro lugar, como si la negociación con ETA lo impregnase todo y en la agenda del Ministerio del Interior no hubiese tiempo para otra cosa que para cambiar la cúpula de las Fuerzas de Seguridad del Estado en función de lo que pasa en esa mesa de negociación.

Para colmo, las relaciones entre los ministerios del Interior y de Defensa no pasan precisamente por su mejor momento, y eso hace que los celos se multipliquen a cuenta de quién debe detectar las barquillas y de quién es responsabilidad hacer de cortafuegos mar adentro. Eso facilita que buques como el que llegó a Tenerife sean detectados cuando ya no queda más remedio que remolcarlo, cuando el deseo inicial era subir a bordo una remesa de bocadillos y agua y aconsejarles que siguieran rumbo al norte, a ver si con un poco de suerte acababan en Helsinki y así Finlandia, que para algo ocupa la presidencia semestral de la Unión Europea, se sensibilizaba ante el drama – problema inmigratorio y se implicaba un pelín en la adopción de soluciones.

Y para rematar la faena, hasta Exteriores tiene que acudir como un bombero a apagar el fuego. La aparición de asiáticos complica todavía más las cosas, pues a nadie se le había ocurrido tener a punto los trámites para una repatriación urgente de los llegados de ese extremo del planeta, a lo que se une que las cancillerías occidentales aconsejan en documentos reservados extremar las medidas de seguridad cada vez que aparece un compatriota de ciertos países susceptibles de que se extienda el odio a Occidente.

Por eso, en suma, vienen los mandos policiales.

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