Los neonazis hallan en los jóvenes nacidos justo antes de la unificación alemana su vivero de votos

ABC, 19-09-2006

RAMIRO VILLAPADIERNA. CORRESPONSAL BERLÍN.

Apenas habían cumplido uno o dos años el día de la reunificación de Alemania, y el domingo votaron en su primera oportunidad por un partido «ultra» que elogia sin complejos políticas nacional – socialistas. «Lo peor es que saben lo que hacen», lamenta el diario Tagesspiegel. Efectivamente: hablar con algún hijo o nieto de la RDA es concluir que no han aprendido a creer en la democracia como vehículo para solucionar los problemas: «Al menos aquí, no», es la respuesta en las grises aldeas de Pomerania.

La canciller Merkel calificó ayer de «extraordinariamente lamentable» la entrada de los nacionalistas del NPD en el Parlamento de Schwerin, el tercer Parlamento regional y el cuarto con el occidental y empobrecido puerto de Bremen. Los neonazis son tan denostados como irrelevantes en el plano federal (1,6% hace un año) pero hacen sentir su cultura política en el Este ex socialista, y van haciendo callo. Los educados alemanes, que sienten alergia a verse junto al término nazi, secundaban ayer el análisis del democristiano Christian Wulff: «Por nuestra historia, esto es un desastre».

Golpe bajo a la gran coalición de Angela Merkel, quien tiene su distrito electoral en Mecklemburgo – Pomerania (M – P); localmente, al SPD por no haber sabido gobernar, y a la CDU por no opositar. «¡Despierta gran coalición!», pedía ayer un columnista del Bild. Ninguno de los grandes superó apenas el 30%, ni en M – P ni en Berlín, dando auge a los pequeños: Liberales, Verdes, ex comunistas y neonazis (NPD), voto antisistema pero también búsqueda de salidas. La interpretación más preocupante es que el NPD «ha logrado establecerse en el Este, junto a la izquierda, como el partido de la gente pequeña», escribe un editorial del Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Nacionalismo y antisistema

Depresión económica y la pobre ética cívica heredada del socialismo no lo explican todo. El racismo es forúnculo segregado por todo el Este de Europa por la moral de los partidos de los trabajadores, pero hay también un voto nacionalista y antisistema. Pasar de un 1% a un 7,3% y 6 escaños ha requerido un nuevo rostro social, que mezcla ayudas familiares con proclamas xenófobas.

Verdes e izquierda piden un nuevo debate, pero Merkel dice que «no hay milagro». Su receta: «Seguir con las reformas… transformar desesperanza en perspectiva» y su ministra de Familia promete programas jóvenes. El politólogo Hajo Funke criticaba ayer la hipocresía de dinero y programas, «en cuanto pasa el escándalo no se hace nada». Habría que explicar lo que personajes como Udo Pastörs, el activo dirigente del NPD en el norte, realmente defiende, que «sus supuestas soluciones, ni lo son ni funcionan». Esto promete ahora el líder socialdemócrata local, Till Backhaus, tras perder 4 años. Pero el problema es el caldo de cultivo logrado entre jóvenes que no ven perspectiva ninguna para su generación. Un buen número de ellos entre 17 y 24 años votaron NPD. «Esa gente debe ser rescatada y contraofertada».

El diario Süddeutsche Zeitung dice que «el alcohólico alemán, por curado que se vea, no puede permitirse recaídas así», en referencia a la enfermedad del nazismo, «es problemático esperar a que se autodestruya y salga de su estupidez». El Rundschau pide no subestimar un partido bien organizado «que ha sabido penetrar la sociedad», pero el Westdeutsche Allgemeine Zeitung ve peor «que a la mitad de los votantes orientales impresionen tan poco nuestros valores democráticos».
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