El peso preciso

Canarias 7, 19-09-2006

Manuel Alcántara

El sueño de los inmigrantes que llegan exhaustos a Canarias es abandonar su dieta obligatoria. Con esta ilusión han venido en lo que va de año más de 25.000. Un número suficiente para que el PSOE haga autocrítica y algunos de sus dirigentes abandonen sus puestos y hagan autoestop. ¿Cuántos náufragos han sido necesarios para descubrir que “la inmigración desordenada es nociva” para todos? Para los sin papeles y para los que tenemos demasiados.
Lo puede determinar el choque de civilizaciones, que será inevitable si no se cambia de vía, es la enorme diferencia de los que tenemos papeles, incluso papel higiénico, y tarjetas de crédito y recibos, y los que no tienen ni carné de identidad. Al último grupo, numerosísimo, no le afectan algunos problemas nacionales. ¿Qué les importa que la obesidad cause en España cerca de 30.000 muertes al año? En los países donde nacieron no hay gordos, ni es preciso explicarles a los adolescentes que sigan una dieta sana y no caigan en la tentación de alimentarse velozmente con la comida basura. Allí toda la basura es comestible. Si vieran un sumiller creerían que es un hechicero ataviado para la ceremonia. Tampoco entenderían a esos presos que se declaran en huelga de hambre, ya que para ellos el hambre es una declaración de principios. Y no digamos de su extrañeza al saber que en el país al que llegan no se les deja desfilar por las pasarelas a las modelos que no den el peso mínimo exigido. Hay chicas cuya aspiración máxima es parecerse a sus radiografías, pero no es el caso de los inmigrantes, que sólo desean pesar lo que pesan las personas que no consideran una extravagancia comer dos veces al día en vez de una hacer una sola merienda de negros. Básicamente, el choque de civilizaciones será entre desnutridos y satisfechos. Ojalá no descarrilemos todos.

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