El misterio de los polacos desaparecidos

La policía italiana sospecha que 123 inmigrantes podrían haber sido asesinados por orden de sus patrones

El Mundo, 15-09-2006

IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal

ROMA.- La policía italiana sospecha que 123 inmigrantes podrían haber sido asesinados por orden de sus patrones Un oscuro enigma se cierne sobre Italia. En los últimos seis años Piotr, Monika, Grzegorz y otros 120 inmigrantes polacos que se habían trasladado al país trasalpino en busca de empleo, han desaparecido sin dejar rastro, como si se hubieran volatilizado.


Sobre su destino se yergue una sospecha espeluznante: las autoridades que están investigando el caso creen que podrían haber sido asesinados por sus patrones tras rebelarse contra las condiciones de esclavitud en las que, presumiblemente, trabajaban en las plantaciones de tomates de la región de Puglia, en el sur del país.


Ésta es, al menos, la terrible hipótesis sobre la que están trabajando la policía italiana y la polaca. Y, desgraciadamente, hay motivos de sobra para pensar que pueda ser realidad. La estremecedora teoría comenzó a tomar forma hace unos meses, cuando la policía italiana encontró restos de una decena de cadáveres en las proximidades de Orta Nova, en Puglia. Algunos de los cuerpos estaban carbonizados, mientras que otros presentaban síntomas de ahogamiento o de haber sido atropellados.


El pasado julio, el horror se confirmó aún más, cuando una superoperación conjunta de las fuerzas de seguridad italianas y polacas liberó a más de un centenar de polacos esclavizados en la región.


«Vivían en condiciones similares a las de un campo de concentración», declaraba espantado Emilio Marzano, fiscal antimafia de Bari. «Esa gente estaba sometida a unas condiciones de explotación, sometimiento y segregación que en Italia no se recuerdan. Puede que hace siglos ocurrieran cosas así. Es como volver a ver una película de terror».


Desde luego, el relato que hacen las personas liberadas de aquel infierno es pavoroso. Procedentes en su mayoría del sur de Polonia – donde la tasa de desempleo es muy alta – , cuentan que se trasladaron a Italia soñando con la Tierra Prometida, pero se encontraron con el averno. Aseguran que trabajaban en los campos de cultivo de Puglia entre 10 y 15 horas al día, controlados en todo momento por guardias armadas y recibiendo casi como único alimento pan y agua.


Por cada hora de trabajo, el patrón les pagaba dos miserables euros, en lugar de los cinco prometidos. Si enfermaban y no podían acudir a trabajar eran sancionados diariamente con una multa de 20 euros. Si se rebelaban a las condiciones inhumanas a las que estaban sometidos, eran brutalmente golpeados. Y dormían hacinados en colchones tirados por el suelo en un pajar sin agua corriente, luz ni calefacción. Por cierto, el capataz les hacía pagar cinco euros diarios por el derecho a dormir en semejante camastro.


«Tenemos constancia de que aquí ha habido muertos, al menos un par de personas que se habrían suicidado empujados por esta situación de sometimiento», advierte el general Giampaolo Ganzer, comandante del Grupo Operativo Especial de los carabinieri.


Por si todo eso fuera poco, también está el testimonio de Fabricio Gatti, un periodista del semanario L’Espresso que recientemente se hizo pasar por un inmigrante rumano y vio con sus propios ojos la explotación a la que son sometidos los inmigrantes que trabajan en labores agrícolas en Puglia. El resultado es un estremecedor y extenso reportaje que lleva por título Yo, esclavo en Puglia, en el que narra con todo lujo de detalles el horror del que fue testigo durante una semana. Por ejemplo, cuando acudió a pedir trabajo a una plantación, el capataz de la misma le dijo que sólo se lo daría si traía una chica con la que su jefe se pudiera desfogar sexualmente. «Me debes traer una amiga para el jefe. Si me la traes, te daré trabajo inmediatamente. Si no, no tendrás trabajo».


Vigilantes armados


El relato de Gatti sobre las condiciones de esclavitud en las que vivían los inmigrantes coincide plenamente con el que han ofrecido a las autoridades los más de 100 polacos liberados recientemente por la policía de las garras de un empresario sin escrúpulos: jornadas de trabajo interminables, salarios indignos – muchas veces no pagados – , vigilantes armados que patrullaban los campos para evitar que escapasen, castigos físicos a los que osaban rebelarse… «Aquí se toleran los peores crímenes contra los Derechos Humanos», escribe Gatti.


Mientras, continúa ignorándose la suerte de esos 123 polacos desaparecidos y creciendo el temor de que hayan podido ser asesinados. La web de la policía polaca (www. policja.pl) incluye desde esta semana sus nombres y fotografías. Y, como prevención, ofrece varios consejos a los polacos que puedan estar pensando en seguir sus pasos y emigrar a Italia. Uno de ellos: «Llevar escondido un poco de dinero para ser capaz de huir y regresar a casa si las cosas se ponen feas».

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