TV: aturdimiento moral

Las Provincias, 10-09-2006

Especulan algunos autores en contra de la doctrina escolástica oficial, que nuestra capacidad mental no está tanto dirigida a la búsqueda de la verdad, cuanto a encontrar los argumentos que convengan a nuestra postura interesada y previamente asumida. La primera opción supondría aceptar que nuestro pensamiento no se deja llevar por nuestros intereses, pero todos sabemos que no es así, por lo que quizás tendremos que moderar la supuesta asepsia con que se comportaría nuestra mente de cara a la verdad.


El problema no se plantea ante la irremediable aceptación de proposiciones tautológicas, normalmente faltas de trascendencia respecto a nuestros intereses, cuanto en los razonamientos necesarios para circular por la vida, en donde la luz de nuestra inteligencia no puede brillar con la misma intensidad que lo hace ante la aceptación de los primeros principios, normalmente desencarnados del contexto donde se tienen que aplicar.


En el vivir ordinario la evidente influencia que nuestras experiencias nos ofrecen llegan también a modelar nuestros intereses, hasta el punto en que como decía, hace ya casi medio siglo, Francis Spellman el antiguo cardenal Nueva York “quien no actúa como piensa, acaba pensando como actúa”.


Y ante la innegable influencia a la hora de establecer prioridades morales y personales, nada más efectivo que la ventana abierta a nuestro cerebro como es la televisión, fuente del noventa y tantos por ciento de nuestras influencias, y modeladora por excelencia de nuestros intereses, de los valores morales que vayamos aceptando y de las verdades que acabemos por defender y creer firmemente.


Por ejemplo: dedicar casi la programación original íntegra a hurgar en la vida de ciertos conciudadanos, no sólo consigue reducir el ámbito de nuestros intereses, sino oscurecer otros temas especialmente humanos como puede ser el alarmante suceso de la inmigración.


Pero pasando de los repugnantes programas televisivos centrados exclusivamente en noticias totalmente intrascendentes a la misma información que se da sobre la inmigración, los datos masivos sobre avalanchas de cayucos, no sirve más que para esconder el hecho real de que la inmigración ilegal en cayuco, por espeluznante que sea, no supone más que el 4% de la inmigración ilegal. ¿No interesa qué pasa pues con el otro 96%?


Pero es que el intentar dar una solución a la inmigración en cayuco, no es otra cosa que tranquilizar nuestra conciencia con el hecho de los millones que están muriendo de hambre, y que ni siquiera tienen el poder económico ni la juventud para poderse embarcar en la odisea del cayuco.


Tras estas reflexiones sobre esta ventana abierta en nuestro cerebro como es la caja interesada (que no la caja tonta, que los tontos somos nosotros…) en ganar dinero a costa de nuestro adormecimiento moral y hasta intelectual. Ella será la encargada de que no despierte nuestra mente. Vean, si no, este rápido resumen, personal por supuesto, de las televisiones autonómicas con difusión internacional y díganme dónde nos llevan:


TV3: Catalanismo a ultranza (lo que no está mal…) y buena programación cultural y fílmica.


Canal Sur: Folclore andaluz y práctica omnipresencia de Juan y Medio y sus niños.


País Vasco: Vascos, paisajes y algo de humor


Madrid: Programación reducida y barata, con exclusión de todo lo que pudiera ir en contra del PP.


Galicia: Humor local y bosques, antes de la oleada de incendios.


Canal 9: Niños baratos, adolescentes más baratos y el engendro Babalà, filón de oro de la productora preferente, de la que habrá que averiguar la identidad de sus protegidos patronos.


TV Canaria: Cantos, cantos isleños y alguna que otra rondalla.


Vacuo, ¿no? Pero eso no es todo. Agárrense a las internas privadas y a su estatuto de autorregulación:


Tele 5: La campeona del chafardeo insolente, la agresividad, la mala educación de sus profesionales (¿?). No aporta ni un tomate ni un pimiento. Exclusiva para mentes subdesarrolladas.


Antena 3: Prima hermana. Emuladora de la anterior, sin ser capaz de alcanzar su nivel de deterioro.


Cuatro: Mucho menos de cuatro. Sólo por su programa de la escuela de modelos habría para cerrarla. ¿Y para eso hay que buscar un protagonista italiano si tenemos aquí gente más mal educada?


No va a haber más remedio que aturdirse con el básquet… o con el fútbol de la Sexta.


¿Pero quién puede estar interesado en semejante nivel moral?


Quizás todos nosotros, con el fin de poder alcanzar el aturdimiento moral total. Porque el vacío total intelectual ya hace tiempo que lo alcanzamos.

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