La crisis de la inmigración

Las Provincias, 09-09-2006

En muy pocas fechas hemos podido ver un endurecimiento del discurso del Gobierno sobre la inmigración, que ha abordado un estadio impensable hace poco: decir con rotundidad que todo el que entre en España irregularmente saldrá de ella con un papel de expulsión.


Es imposible lograrlo, todos lo sabemos. Pero es bueno proponerlo como aspiración. El fracaso de España, que se arrastra desde la época de Mayor Oreja y aún antes, no es el de la incapacidad para frenar la entrada de inmigrantes sino sobre todo, o también, el de la insolvencia para expulsarlos: porque hasta la fecha no ha habido capacidad operativa, humana y material, para hacerlo con los requisitos necesarios. Es sumamente difícil, y extraordinariamente caro, llevar a sus lugares de origen, en aviones de línea, mezclados con los viajeros convencionales, a miles de personas que no quieren viajar y que pueden abortar el vuelo simplemente escupiendo al suelo o gritando.


En la actual situación española es obvio que se requieren medidas excepcionales, difíciles de adoptar por cualquier gobierno, sea del color que sea. Haría falta un inexistente consenso político para obviar una polémica nacional; que está agazapada para el momento en que las autoridades aborden la
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de los campamentos de Canarias y el traslado a instalaciones peninsulares, que se habrán de improvisar con urgencia en la mayoría de los casos, de no menos de 20.000 personas. Y todo eso habrá que hacerlo en el supuesto mejor, que es que los funcionarios senegaleses enviados a Canarias no provoquen una estampida de los inmigrantes que ahora reposan en los centros de internamiento porque saben a pies juntillas que les espera un vuelo hacia la península y que eso supone a fin de cuentas la ansiada libertad sin papeles, garantía de una imposible expulsión.


El discurso teórico se ha endurecido. Pero de poco sirve si no se endurece la normativa y si no se ponen medios excepcionales –cientos de policías, aviones, instalaciones, etc.– al servicio de la hipótesis que se quiere alcanzar. Porque estamos hablando de no menos de un millón de personas.

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