Zapatero descuida Europa

El Correo, 09-09-2006

Felipe González saboreó tanto el ingreso de España en la Unión Europea que dejó dicho que al novato Aznar no se le hiciera caso. Aznar pronto aprendió a navegar por el laberinto europeo. Ahora parece que a Zapatero todo eso le da pereza. Ha tenido que enviar a la vicepresidenta de su Gobierno para pedir de forma algo patética ayuda para afrontar la invasión de cayucos. Ése es un episodio deplorable porque, entre otras cosas, revela el escaso peso de España en la UE y la baja calidad de nuestra capacidad de exigencia y reclamación.

Sabido es que Bruselas promete, acoge con buenas palabras toda demanda de un país miembro, pero luego tiende a no hacer nada porque eso requiere vastos y complejos acuerdos que sólo puede exigir quien de verdad sabe influir y pactar. Ahora pagamos por la inanidad de la estrategia europea de Zapatero. Y esas cosas cuestan caras. La Agencia Europea para la Cooperación en las Fronteras Exteriores – Frontex – fue una idea afortunada que, como tantas otras de la UE, hoy es poco más que papel mojado. De los acuerdos tomados en mayo sobre medidas de urgencia queda una montaña de documentación y la licuación de toda urgencia. Los ‘sin papeles’ acosan el territorio europeo por tierra, mar y aire. Para Bruselas, Canarias está muy lejos.

En general, la Unión Europea pasa por un momento de dudas y flaqueza, como se ha visto en el caso de Líbano y como se ve en el de Irán. Como de costumbre, no faltan palabras ni documentos de gran minuciosidad, pero luego no hay hechos, acción concertada, voluntad de influir. El panorama político no es alentador: si Angela Merkel apareció como la posibilidad de un nuevo liderato europeo, lo cierto es que está perdiendo autoridad. En Francia, los prolegómenos de la campaña presidencial lo paralizan todo. En Gran Bretaña es una certeza la retirada de Blair – europeísta a la vez que proamericano – sustituido por Gordon Brown, menos europeísta y menos proamericano. Prodi, en Italia, mantiene unido como puede su Gobierno de izquierdas, participa en la fuerza de interposición en Líbano pero acentúa sus distancias con Washington.

Lo paradójico es que alejarse de la sombra de EE UU no hace que Europa adquiera capacidad hegemónica o reduzca sus amplios márgenes de incertidumbre e indefinición. Mala hora para que Zapatero se quede al margen, sin socios de fiar, confiado en que si pides te darán. A estas alturas, irse a Helsinki para solicitar un modelo europeo para gestión de las fronteras marítimas carece de perspectivas de resultado eficaz. Esperar a que la UE acuerde una política de inmigración común es una ingenuidad o un puro pasatiempo irresponsable. Canarias ha recibido en el mes de agosto más inmigrante irregulares que en la totalidad del año pasado. Y siguen llegando.

Sin plantearse conscientemente una política aislacionista, en realidad Zapatero la está llevando a la práctica. Eso ocurre cuando no tienes amigos en la UE, cuando tus amigos en Iberoamérica son Chávez, Evo Morales y lo que queda de Fidel Castro. Tampoco mejoran, si no es que empeoran, las relaciones con Estados Unidos. A Angela Merkel la llamó «fracasada». Nula ha sido la capacidad de presión en los países – Mauritania, Senegal – desde donde parten los cayucos. Marruecos anda a su aire más que nunca, con la complicidad de Francia. Contemplado desde Bruselas, éste en un panorama que no prestigia ni fortalece.

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