¿Por qué emigra Senegal?

La crisis africana y la percepción tolerante de las políticas europeas en un país volcado al Atlántico explican el fenómeno de los cayucos

El Correo, 09-09-2006

Didier Awadi, el padre del rap senegalés, se está llevando de calle a la audiencia con su éxito ‘Sunugaal’, que no es más que ‘Nuestra piragua’ en lengua wolof, extendida entre el 80% de la población. El propio cantante la ha colgado en Internet con fotos de sus compatriotas llegando a Canarias. Las visitas a la web se multiplican, sobre todo entre aquellos que quieren escuchar las críticas que se vierten contra el poder a cinco meses de las elecciones.

Los problemas, como el desempleo juvenil o el independentismo de Casamance, siguen siendo básicamente los mismos que cuando el presidente Abdoulaye Wade dejó de ser el eterno opositor en el año 2000. Por un lado, los jóvenes siguen sin ver el final del túnel del paro y se echan a la calle por miles a vender hasta lo más inverosímil. «Wade dijo en el año 2000: el que no tenga trabajo que levante la mano, y siete años después siguen con la mano levantada. Esto lo va a pagar caro en las próximas elecciones», en febrero, explica el sociólogo de la Universidad de Dakar Malik Ndiaye.

Por otro lado, los independentistas de la región sureña de Casamance siguen haciendo de las suyas. Esta misma semana ha salido por los aires un convoy de Cruz Roja que pisó una mina con el resultado de una funcionaria muerta. El litoral de esta zona se ha convertido en el principal escenario desde el que zarpan las piraguas, pero, según las fuentes consultadas, no puede relacionarse el flujo de miles de refugiados hacia Gambia a causa del conflicto independentista con el fenómeno de la emigración clandestina.

Crisis de la pesca

A pesar de todo, la mayoría de los más de 20.000 subsaharianos que han llegado a Canarias este año son senegaleses. Incluso en marzo, cuando las playas mauritanas de Nuadibú eran el punto más caliente de salida de piraguas, la senegalesa era la nacionalidad predominante en los pasajes. Ahora que es su propio país el principal emisor de las barcazas de la fortuna, las cifras se han disparado.

Ndiaye explica el fenómeno. Primero, los senegaleses «saben que Europa reclama mano de obra extranjera». Segundo, la regularización de cientos de miles de inmigrantes en España «ha sido interpretada como una llamada semioficial». Un tercer factor determinante fue la crisis de las vallas de Ceuta y Melilla de hace un año, que supuso el aumento de las medidas de seguridad por las vías migratorias del norte.

«En Senegal ha habido una conjunción entre la crisis de la pesca artesanal», que ha liberado a muchos capitanes de cayuco, y «grupos de jóvenes que tenían el dinero para ir a España» pero que estaban sufriendo el bloqueo en las rutas del norte. Ante el gran número de muertes, el Estado está cerrando los ojos, explica con su gesto Ndiaye. «La gente prefiere morir en el océano antes que someterse a la miseria. Dicen que aquí ya están muertos y yéndose, al menos, les queda la posibilidad de sobrevivir». Es lo que en wolof se denomina ‘jom’: la combatividad, el honor y la dignidad que el pueblo se resiste a perder.

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