Motín en el centro de acogida de Fuerteventura

La Razón, 08-09-2006

Madrid – La situación de hacinamiento en que se encuentran los centros
canarios de acogida de inmigrantes con la masiva llegada de cayucos de las
últimas semanas está generando una tensión que los internos empiezan a
exteriorizar de un modo peligroso, como sucedió el martes en Fuerteventura.
   Era la hora de la cena y, como cada noche, 700 de los 1.500 internos que
abarrotan la instalación de El Matorral, preparada para poco más de mil,
esperaban su turno. Todos parecían tranquilos, a excepción de uno,
demasiado hambriento como para conformarse con una ración. Y la negativa
de uno de los «chamanes» – un inmigrante que habla español y hace de
traductor – a darle una segunda cena estuvo a punto de terminar en
tragedia. Enfurecido por la negativa, el inmigrante la emprendió primero
con el «chamán» y luego con el agente que acudió en su defensa. No fue,
sin embargo, el único amotinado. En pocos segundos, hasta 30 internos,
según fuentes policiales, arremetieron contra los cinco agentes que
acudieron a sofocar la revuelta y que tuvieron que sacar sus pistolas de
manera disuasoria para controlar la trifulca.
   A consecuencia del
altercado, dos de los agentes tuvieron que recibir asistencia médica en el
hospital, aunque se reincorporaron sin problemas a sus puestos después.
   Para Agustín Brito, responsable de la Confederación Española de Policía
(CEP) en las islas, el incidente demuestra lo delicada que se ha vuelto la
situación en los centros de acogida ante el grado de masificación que
soportan. «No es el primer altercado de este tipo al que tenemos que hacer
frente», explica Brito, quien calificó de «especialmente preocupante» que
el cabecilla del mismo haya sido un subsahariano. «Por lo general, los que
más problemas dan son los magrebíes, y el hecho de que gente tan tranquila
como los subsharianos protagonicen incidentes no significa otra cosa que
la situación es desesperada», advierte.
   En El Matorral
apenas hay siete agentes para custodiar a los más de 1.500 inmigrantes que
allí se hacinan, 300 de los cuales comenzaron ayer a ser trasladados para
aliviar la saturación del complejo. No es el único en el que las
circunstancias son angustiosas. En la comisaría sur de Tenerife, 2.000
inmigrantes se hacinan ya a la espera de que les tomen la filiación y los
envíen a los centros.
   

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