LA MEDIA DOCENITA DEL GOBIERNO

ABC, 08-09-2006

MEDIA docenita. Así, como los huevos, como una racioncilla de caracoles con tomate, como un pedido de bocaditos de nata, como los policías que va a mandar de refuerzo el Gobierno a Canarias para hacer frente al follón que atraviesan los servicios de Extranjería en estas ínsulas. Como si fuera una boda, a troche y moche, que no falte de ná, que no, que no. Con media docenita bastan, debe pensar Zapatero, el vini – vidi – vinci de las crisis, que va, las ve y vence (supone) a toque de sonrisa con billete de ida y vuelta.

Lo peor de todo esto es que no es broma. Gracia, no; gracejada, puede. Suena a chiste – de los malos al considerar el problema de que se trata – , pero no. Resulta que, de verdad, el Ministerio del Interior tiene pensado «reforzar» los servicios de Extranjería de Canarias con seis agentes más. Rumboso que anda el ministro Alonso, entre el tócame roque y el desconcierto de un espermatozoide rezagado.

La crisis de la inmigración es de primer orden. En los nueve primeros meses del año, 22.000 ilegales han arribado, jugándose el pellejo, hasta las costas canarias. A este paso, lo del «Pocero» de Seseña con su mandoble urbanístico va a tener justificación, que en algún sitio tendrán que vivir.

Aquí ha habido mentiras a porrón. Una de ellas, la de la acogida, la del buen rollo con los que llegan. Ellos, sin duda, para todo tienen. Pero qué mal favor se les hace consintiendo que sigan jugándose la vida, y perdiéndola muchos, en aguas del Atlántico. Lo de la acogida, leches. En Canarias cuentan que el hacinamiento de los inmigrantes en las comisarías adquiere tintes inaceptables.

Otra gran mentira: que esto forma parte de la tolerancia, vamos, prima hermana del talante. Y, una tercera trola, que esto no tiene remedio. Entre lo difícil y lo imposible hay una distancia tan señalada como entre el capaz y el incapaz, entre el sonreír y el actuar o entre las relaciones internacionales y la fanfarria de las «chicas Zapatero» danzando y posando con disfraz dominguero, en Mozambique, hace no mucho.

La incapacidad, los primeros que la sufren son los que se meten en un cascanueces por el Atlántico por la bocanada de la miseria. Porque ni ese viaje, ni esa llegada, son su solución. Así que, ministro, menos medias docenitas, que no hace gracia.

ROBERTO PÉREZ
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