Haciendo el ridículo. (Alfonso Rojo)

ABC, 08-09-2006

Por ALFONSO ROJO

Se puede hacer casi todo, menos el ridículo. Nos lo decían de pequeños, en casa y en aquellos colegios de patios helados y maestros severos, donde se estudiaba Geografía, y en las clases de Historia de España te hablaban de esas gestas que rememora Pérez Reverte.

Pues bien, estamos haciendo el ridículo. O para ser más exactos, nos lo está haciendo hacer, y a nivel planetario, el Gobierno Zapatero. No se si han echado un vistazo a esa web senegalesa en la que se ofrecen seis «paquetes turísticos» para colarse en Europa.

El autor es un caradura, de origen africano y nacionalidad francesa. Se llama Christian Costeaux y resulta evidente que es un provocador nato. De hecho intenta ser gracioso, sobre todo cuando detalla los pasos a seguir para conseguir asilo en Europa, alegando ser homosexual, o dando a luz en territorio europeo.

Dejando al margen algunas de sus mamarrachadas, incluidas las gracias que da a Al Qaida por haber contribuido a colocar a Zapatero en el poder, lo cierto es que mucho de lo que escribe Costeaux es dolorosamente cierto.

Afirma, por ejemplo, que el cayuco a Canarias es el método más barato y recomendable para los jóvenes senegaleses. Facilita precios, explica que la clave del éxito es no ser identificable – «si aguantáis varios días sin desvelar vuestra identidad, vuestras posibilidades de éxito se acercan al cien por cien» – y añade: «Al llegar a España, el siguiente paso al desembarco es llegar a un centro de asilo, donde comeréis mejor que en Senegal e incluso podréis llamar por teléfono. Tendréis viaje gratis, en avión y normalmente a Madrid, pagado por Zapatero».

Es evidente que Costeaux está bien documentado y que escribió su manual después de leer noticias como que los asaltantes de la valla de Melilla habían corrido a pedradas a la Legión, lo que no impidió que los subsaharianos llegados de esa forma a territorio español fueran tratados con todo respeto y enviados a la Península una vez cumplidos los 40 días de rigor.

¿Se imaginan la reacción del Gobierno británico con unos intrusos sin papeles, que hubieran atravesado la frontera agrediendo a sus aduaneros? Lo lógico sería dar por supuesto que quien penetra vulnerando la ley y de forma tan flagrante, no puede beneficiarse de su delito.

Pues aquí, en esta España nuestra, ese ejercicio de sentido común no se aplica. Aquí lo que pita es soltar frases en las tertulias de radio como «no se le pueden poner puertas al campo», como si los cayucos no salieran de puertos concretos, o planear memeces como esa de ir con muchos millones a Senegal, para montar allí una «campaña de información». La campaña y de verdad – señora vicepresidenta – es la que hace en internet el sinvergüenza de Costeaux.

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