Más de treinta millones de emigrantes en el mundo están en situación irregular

ABC, 07-09-2006

MARÍA J. PÉREZ

MADRID. Si existiera un país poblado por todos los emigrantes del mundo, ocuparía el quinto puesto en población. Lo compondrían los 191 millones de personas que, en 2005, residían en países distintos a los de su origen. Si reuniéramos en una comunidad a los inmigrantes en situación irregular, sus habitantes sumarían alrededor del 20 por ciento del total del Estado. Tendríamos una autonomía con una población casi equivalente a la de España, de entre 30 y 40 millones de personas. La comunidad formada por los refugiados sería algo menor; contaría con 12,7 millones de personas. Los habitantes de este país imaginado se habrían duplicado en los últimos cincuenta años, aunque su tasa de crecimiento habría aumentado relativamente poco desde 1960, de un 2,5 por ciento a 2,9 por ciento. En épocas mas recientes, incluso, la tendencia de emigración ha disminuido. Entre 1975 y 1990, 41 millones de personas abandonaron sus hogares. Entre 1990 y 2005, lo hicieron 36 millones.

Uno de cada cuatro emigrantes vive en América del Norte y uno de cada 3 en Europa, aunque un 25 por ciento de ellos eligen como destino países no desarrollados. Estos son algunos de los datos recogidos en el informe «Las mujeres y la migración internacional» elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). En él se contempla la inmigración como «un factor importante para la erradicación de la pobreza en los países no desarrollados», tal y como afirmó en la presentación Marisela Padrón, directora de la División de América Latina y El Caribe del UNFPA. El informe pretende colocar la lupa sobre la inmigración femenina para «aportar al diálogo sobre la migración internacional y su género una valoración económica más justa del trabajo de las mujeres migrantes», en palabras de Marisela Padrón.

Las mujeres, las más vulnerables

Las mujeres suponen casi la mitad de los emigrantes: son 94,5 millones. Para ellas, cambiar su país puede tener efectos muy positivos: ampliación de perspectivas, huida – en muchos casos – de una sociedad donde ven sus derechos recortados, mejores oportunidades de educación y servicios de salud… Pero este colectivo se encuentra en una situación especialmente frágil. Sufren mayor discriminación, son más propensas a padecer abusos sexuales o violencia doméstica, sus trabajos son más precarios (el 70 por ciento de las inmigrantes españolas se dedican al servicio doméstico) y son la presa preferida de las redes de trata de personas. El 80 por ciento de las víctimas de estas mafias, que generan cada año entre 7.000 y 12.000 millones de dólares, son mujeres y niñas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que, actualmente, al menos 2,45 millones de víctimas de estas redes trabajan en condiciones de explotación. Las mayores cantidades de estas víctimas proceden de Asia sudoriental y meridional y su destino se encuentra, principalmente, en Europa, Norteamérica y Asia sudoriental.

Las inmigrantes envían a sus países de origen un mayor porcentaje de sus salarios que los varones. También se diferencian de estos en la utilización que dan a las remesas de dinero que reciben. Mientras que ellas dedican estos ingresos preferentemente a «la educación y salud de sus hijos», ellos optan por «comprar bienes de consumo», afirmó Marisela Padrón.

Precisamente, «las remesas contribuyen a reducir la pobreza en los Estados que expulsan mano de obra», aseguró Padrón. Esta corriente de dinero es la segunda en importancia que tiene como destino los países no desarrollados, muy superior a la ayuda oficial al desarrollo .
Opciones

Imprimir este artículo

Enviar por email
gastronomía
Los 25 mejores restaurantes de España

Un recorrido por los grandes establecimientos de la mano de C. Maribona

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)