"¿A quién no le gusta conocer el pasado? Ahí tenemos nuestros apellidos, nuestras familias"

Diario de Noticias, 06-09-2006

pamplona.Dice que de la historia le interesan “los perdedores”, la gente anónima que no figura en los grandes anales. ¿Quién de nuestro presente podría protagonizar una de sus novelas dentro de cien años?

Los inmigrantes, por ejemplo. Y las mujeres maltratadas. Los demás nos defendemos, más o menos. También las víctimas de la droga, que son víctimas de sí mismos… Es terrible.

Del tema de los inmigrantes, ¿qué le gustaría desmitificar?

Que vienen a quitarnos el trabajo. ¿Qué trabajo nos van a quitar? No hay que olvidar que nosotros nacemos en un lugar por pura casualidad. Vamos, que no hemos elegido nacer aquí, ni ser blancos, ni cristianos, ni españolitos. Podíamos haber nacido negros y muertos de hambre. El hecho de que seamos de aquí no nos da ningún derecho sobre la tierra que pisamos.

¿La realidad supera la ficción?

Siempre, siempre. Hay historias que si las pusiese en una novela me dirían qué exagerada, de qué vas …

¿Como por ejemplo?

Cosas que te cuentan y que son terribles, como el caso de un amigo que me dijo que en el funeral de su padre, sus hermanas se estaban peleando por unas cucharillas de plata. Y estando el padre de cuerpo presente… Parece una película de Berlanga, pero es real como la vida misma.

Ahora trabaja en una novela sobre la quema de Donostia en 1813, un episodio histórico que seguro muchos de los que viven ahora en San Sebastián desconocen.¿Por qué sabemos tan poco de nuestro pasado?

Porque para saber hay que leer historia, y la historia a veces resulta bastante árida. También es verdad que durante mucho tiempo ha permanecido en un círculo cerrado y no ha llegado a la gente, pero cada vez se escriben mejores ensayos, los historiadores dan más charlas y algunos novelistas también hacemos algo por acercar la historia a la gente, que ya empieza a interesarse. ¿A quién no le gusta conocer el pasado? Ahí tenemos nuestros apellidos, nuestras familias, los pueblos…

Tal vez desde el colegio nos han obligado a aprender demasiadas fechas y nombres de memoria…

Sí, cuando lo importante no es saber las cosas de memoria, sino saber dónde encontrarlas.

¿Dónde, en su caso?

En Internet, que es una herramienta muy útil, en enciclopedias, en la bibliografía que aparece en los ensayos históricos… Y así vas leyendo.

¿Cuántas páginas lee al día?

En un día me puedo leer tranquilamente 400 páginas, si empiezo a las doce del mediodía y termino a las doce de la noche… Una novela no me dura más de uno o dos días.

¿Cuándo desconecta? Da la impresión de que siempre está cavilando sobre alguna idea fascinante…

Desconecto continuamente. Vivo en una casa de pueblo, tengo un perro y doce gatos, tengo hijos, tengo nieta, tengo madre y marido, hago las labores del hogar y tengo amigos, doy charlas… Desconecto continuamente. A veces incluso estoy escribiendo y cada diez minutos vienen a interrumpirme. No me estreso.

El buen novelista histórico, ¿cuando inventa lo hace con una intención verídica?

Por lo menos lo hace con una intención de credibilidad. Es decir, no pone cosas que chirríen. Ahí se nota la diferencia entre el que está documentado y el que no lo está.

¿Te gustaría que se llevase alguna de tus novelas al cine?

Sí, aunque no sé yo si me fiaría demasiado, porque según tengo entendido si el director te quiere cambiar el final porque según él queda mejor, te lo cambia. Y eso no… Si me copias la historia, cópiamela bien por lo menos. Y si no, invéntatela.

¿Es cierto que su marido no le lee?

No me lee, no. Yo le leo a veces unos párrafos, pero es que él no lee novelas, es superior a sus fuerzas. Además, es muy puntilloso y no sé si le iba a aguantar tan fácilmente… Además, es un mundo exclusivamente mío y me gusta mantenerlo así.

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