«Zapatero descuida Europa»

Diario Sur, 04-09-2006

FELIPE González saboreó tanto el ingreso de España en la Unión Europea que dejó dicho que al novato Aznar no se le hiciera caso. Aznar pronto aprendió a navegar por el laberinto europeo. Ahora parece que a Zapatero todo eso le da pereza. Ha tenido que enviar a la vicepresidenta de su gobierno para pedir de forma algo patética ayuda para afrontar la invasión de cayucos. Ese es un episodio deplorable porque, entre otras cosas, revela el escaso peso de España en la UE y la baja calidad de nuestra capacidad de exigencia y reclamación.

Sabido es que Bruselas acoge con buenas palabras toda demanda de un país – miembro, pero luego tiende a no hacer nada porque eso requiere complejos acuerdos que solo puede exigir quien sabe influir y pactar. Ahora pagamos por la inanidad de la estrategia europea de Zapatero. La Agencia Europea para la Cooperación en las Fronteras Exteriores – Frontex – fue una idea afortunada que, como tantas otras ideas de la EU, hoy es poco más que papel mojado. De los acuerdos tomados en mayo sobre medidas de urgencia queda una montaña de documentación. Los ‘sin papeles’ acosan el territorio europeo por tierra, mar y aire. Para Bruselas, las Canarias están muy lejos.

En general, la Unión Europea pasa por un momento de dudas y flaqueza, como se ha visto en el caso del Líbano y como se ve en el caso de Irán. Como de costumbre, no faltan palabras ni documentos de gran minuciosidad, pero luego no hay hechos y voluntad de influir. El panorama político no es alentador: si Ángela Merkel apareció como la posibilidad de un nuevo liderato europeo, lo cierto es que está perdiendo autoridad. En Francia, los prolegómenos de la campaña presidencial lo paralizan todo. En Gran Bretaña se da por hecha la retirada de Blair – europeista a la vez que proamericano – sustituido por Gordon Brown, menos europeista y menos proamericano. Prodi, en Italia, mantiene unido como puede su gobierno de izquierdas, participa en la fuerza de interposición en el Líbano pero acentúa sus distancias con Washington.

Lo paradójico es que alejarse de la sombra de los Estados Unidos no hace que Europa adquiera capacidad hegemónica o reduzca sus márgenes de incertidumbre y de indefinición. Mala hora para que Zapatero se quede al margen, sin socios de fiar, confiado en que si pides te darán. A estas alturas, irse a Helsinki para solicitar un modelo europeo para gestión de las fronteras marítimas carece de perspectivas de resultado eficaz. Esperar a que la UE acuerde una política de inmigración común es una ingenuidad. Canarias ha recibido en agosto más inmigrante que en la totalidad del año pasado.

Sin plantearse conscientemente una política aislacionista, en realidad Zapatero la está llevando a la práctica. Eso ocurre cuando no tienes amigos en la Unión Europea, cuando tus amigos en Iberoamérica son Chávez, Evo Morales y lo que queda de Fidel Castro. Tampoco mejoran las relaciones con los Estados Unidos. Nula ha sido la capacidad de presión en los países – Mauritania, Senegal – desde donde parten los cayucos. Marruecos anda a su aire más que nunca, con la complicidad de Francia. Luego aparece Máximo Cajal – arquitecto de la Alianza de Civilizaciones por encargo de Zapatero – y pone la guinda justificando la ambición nuclear de Irán. La diplomacia no pocas veces consiste en saber callar.

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